Francesco Arcuri, expareja de Juana Rivas, ya está en Carloforte, la pequeña localidad de Cerdeña, donde le está concedida la custodia de los niños de 11 y 3 años. Ambos están en el modesto hotel rural que la pareja regentaba en este rincón insular de Italia, tan apartado que “pudo agudizar la sensación de Rivas de encontrarse atrapada”, cuenta El País, el medio al que Arcuri ha concedido una entrevista. Fuera del recinto, ya se instalan infinidad de cámaras que buscan robar imágenes de la situación de los menores.

De momento, el pequeño de ellos corretea por la casa “con una guitarra y un teclado”. El mayor juega en casa de unos vecinos que se han ofrecido a echar una mano. “Para ellos ha sido también muy duro. Después de dos horas ya me decían que me querían. No me han visto en un año y tres meses, y seguro que me echaban de menos. Pero también debían de estar enfadados por no verme”.

Arcuri dice que “llamaba para habla con los niños y desde noviembre no me dejaron hacerlo” y defiende que la situación debería haberse basado en una “separación normal” regulada por La Haya y resuelta en un máximo de seis semanas. Siempre en Italia, “viviendo en casas distintas, en un lugar en el que eran felices”.

Sobre los supuestos maltratos recién denunciados, señala que “todo es inventado”. “La gente de su entorno le debió de decir que era la única manera de justificar la sustracción de los hijos. En la denuncia incluye el nombre de un vecino como testigo que lo ha desmentido. Si la hubiese maltratado tenía que denunciarme aquí, no dos meses después de llegar a España”.

Sobre el hecho de que aceptase la condena de 2009, pero asegure que nunca la golpeó. “Tengo que decir que no, porque gracias a eso tuvimos a mi otro hijo [en ese momento coge en brazos al pequeño]. Pero jurídicamente fue una metedura de pata. ¿Quién sabía que ocho años después pasaría esto?”, señala. Una época de la que señala de Rivas que “el problema era su estilo de vida, yo siempre estaba solo con el niño. Si no hubiéramos tenido el hijo hubiera ido”.

Sobre la intervención de Mariano Rajoy antes de irse de vacaciones, cuando dijo en Moncloa que “hay que ponerse en el lugar de esta madre”, Arcuri responde que “creo que no sabía ni de lo que hablaba cuando se pronunció. Pero claro que se politizó el caso. (…) De una persona pública hubiera esperado una intervención más conciliadora, por el bien de los niños”.

Arcuri no piensa volver a España. “Con todo lo que pasó en Granada, ¿cree que puedo volver ahí?”, dice. “Yo no quiero quitarle a Juana a sus hijos ni que vaya a la cárcel, aunque algunos en su entorno se lo merecerían”, añade, “no les ha importado estropear mi vida y la vida de los niños. Yo sigo enviando un mensaje de paz, pero no está en mi mano”.