El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha comparecido ante los medios de comunicación tras el Consejo de Ministros celebrado este viernes. Durante la rueda de prensa, ha relatado la cronología de las diferentes actuaciones y medidas adoptadas por el Ejecutivo central tras los atentados de Barcelona y Cambrils, al tiempo que ha instado a la unidad política frente a la barbarie y ha invitado a acudir a la movilización convocada este sábado en la Ciudad Condal. Tras la comparecencia, entre ha surgido un comentario generalizado: “Rajoy ha gestionado muy bien la crisis del atentado. Lo ha hecho más que decentemente”, se ha podido escuchar entre algunos de los asistentes. El atropello de Barcelona y el suceso de Cambrils han sido las primeras ofensivas yihadistas desde el 11M. Dicen que las comparativas son odiosas y, en este sentido, el aplomo y la determinación con la que el actual presidente ha gestionado el atentado dista mucho de uno de su antecesor al frente del PP, José María Aznar.

Nada más conocer la noticia, el presidente del Gobierno interrumpió sus vacaciones y se trasladó desde Galicia a Barcelona, concretamente, a la Delegación del Gobierno en Cataluña, lugar desde el que emitió una declaración institucional. Sus primeras palabras fueron dedicadas a las víctimas, a las que presentó su solidaridad. Asimismo, se puso al frente del Gabinete de Crisis y convocó el Pacto de Estado Antiterrorista para el lunes.

Acompañando a Rajoy, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, la ministra de Sanidad, Dolors Monserrat, y la vicepresidenta y ministra de Presidencia y para las Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría. Todos ellos llegaron pocas horas después del atentado, en el mismo día.

El día 1-O está convocado el referéndum en Cataluña. El tiempo avanzaba y, durante el verano, la tensión aumentaba. Pero, lejos de utilizar el contexto, Rajoy recurrió a su mano izquierda y, además agradecer el trabajo de todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad “sin excepción y sin exclusión alguna”, instó a la unidad política: "Estamos unidos en el dolor y también en la necesidad de acabar con esta barbarie"

Esa fue la consigna de Mariano Rajoy durante todo el proceso. Un argumentario que este viernes ha esgrimido a la perfección. En su declaración ha destacado que su “prioridad” ahora mismo son las víctimas, a las que ha traslado todo su apoyo. Asimismo, ha puesto el Centro de Coordinación e Información sobre Radicalización, dependiente del CITCO a disposición de los cónsules de todos los países que hayan tenido víctimas por el atentado de Barcelona. Rajoy ha hecho referencia en todo momento a la necesidad de unidad política y ha asegurado que se mejorará la coordinación entre los diferentes cuerpos y que se revisarán las herramientas de prevención y detección de terrorismo. Por último, ha comunicado que ha pedido al presidente de Francia, Emmanuel Macron, abordar esta cuestión en la cumbre del próximo lunes en París de jefes de Estado o de Gobierno de Francia, Alemania, Italia y España. "Mi intención es analizar los actuales mecanismos de cooperación en el ámbito de la Unión Europea y abordar acciones para su impulso y mejora".

La ‘conspiranoia’ de Aznar

Una buena gestión ante una crisis devenida de un atentado terrorista puede reforzar al presidente del Estado afectado. Puede que este sea el caso de Mariano Rajoy. Todo lo contrario de lo que le pasó a José María Aznar.

El caso en cuestión es de sobra conocido por todos, desgraciadamente. Hay que subirse al DeLorean y viajar hasta marzo de 2004, concretamente al día 11 de aquel fatídico mes que se grabó inmediatamente en el inconsciente colectivo. En esa fecha, España padeció el mayor atentado terrorista de su historia que dejó 191 muertos y más de 1.500 heridos. Una auténtica masacre.

El destino, que en ocasiones adquiere cierto cariz macabro, quiso que casi coincidieran en el tiempo esta matanza con las elecciones generales que se celebrarían tres días después de aquel funesto 11 de marzo.

Fantasmas del pasado

Pese a que todas las pruebas apuntaban a un autor diferente – Al Qaeda -, José María Aznar, seguido por todo su gabinete y apoyado por los megáfonos de Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos, posaba su dedo acusador sobre ETA. Una afirmación que carecía de sentido, pues se alejaba del modus operandi de la banda terrorista.

Amén de mantener con vehemencia esta afirmación, el exlíder del Ejecutivo popular no admitía ni tan siquiera que pudo haber un error en su gestión del 11-M. En noviembre de ese mismo año, ante la comisión de investigación, Aznar declaraba que mientras él “intentaba atrapar criminales, otros aprovechaban para intentar ganar las elecciones”. Una referencia al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero que se alzó con la victoria en los comicios del 14 de marzo.

La gestión de José María Aznar dejó bastante que desear. Utilizando a sus voceros como cariátide para evitar el derrumbe de sus teorías, el expresidente sostenía que ni él ni nadie de su gabinete mintió o manipuló la realidad entre los días 11 y 14 de marzo.

En la víspera de las elecciones y escasas horas antes de que la célula yihadista asumiese la autoría del atentado a través de un vídeo enviado a Telemadrid, comparecía Ángel Acebes, titular de Interior por aquel entonces. Su discurso no fue muy diferente al de su jefe, que insistía en que la prioridad en la investigación seguía siendo ETA.

Un informe a la desesperada

El día posterior a la masacre, Ignacio Astarloa – secretario de Estado de Seguridad ese año – encargó un informe sobre la relación que mantenían en las cárceles etarras y yihadistas. Un documento que se escribió a matacaballo con el fin de sustentar las hipótesis que desde arriba habían lanzado al pueblo. A duras penas hallaron seis nexos entre terroristas.

La maquinaria ya estaba engrasada y funcionando, aunque no valoraron la opción de que la gente no compraría esa versión. El 1 de junio de 2004, en el periódico de una de sus ‘conspiranoicas majestades’ – Pedro J. – seguía en sus trece con la versión trasnochada de su preferiti Aznar. Según El Mundo, un líder islamista propuso a ETA atentados conjuntos tras el 11-S.

Este es el resultado de una gestión que le llevó a Aznar a perder las elecciones. El presidente acusaba a Zapatero, a ETA y a todo lo que se le pusiera por delante antes de reconocer errores en su ejercicio. He aquí la diferencia entre ambos trabajos.