Tiene una historia de película, de las que cautivan a la gente normal. Nació en Marruecos en una familia de ocho hermanos. Son judíos sefardíes, los que llegaron al norte de África tras el nefasto edicto de Expulsión de los Reyes Católicos. Cuando sus padres decidieron emigrar a Israel, a Avi y a su familia les obligaron a pasar una larga temporada en un campamento de transición en Jerusalén bajo techos de uralita de los que después se ha demostrado que provocan cáncer.

Pero ese muchacho tenía algo especial y enseguida le pusieron a estudiar. Terminó Economía y Administración de Empresas en la Universidad Hebrea de Jerusalén y entró a trabajar en la sección de Presupuestos del ministerio de Finanzas. De allí partió hacia el mundo de la empresa y desembarcó en Bezeq, el monopolio israelí de telecomunicaciones, del que llegó a ser Director Ejecutivo. Es decir, que algo especial sí había en él.

Cómo partió de la nada y se lo ha ganado gracias a su talento, siente que no tiene nada que ocultar y no va por la vida pidiendo perdón por ser rico.

Fue ministro de Netanyahu, pero no tardó en dimitir

Pero no todo es tan brillante en su carrera, al menos para los votantes del centro-izquierda israelí. Es posible que el hecho de haberse ganado honradamente su fortuna le convalide una parte de su currículum, pero resulta que, en el galimatías político israelí, donde las mayorías de gobierno se consiguen gracias a la unión de varios partidos, hubo un momento en el que Avi Gabbay terminó sirviendo como ministro de Medio Ambiente en 2015, en uno de los gobiernos del ultraderechista Netanyahu.

De allí también salió airoso, sin embargo. Un año después de asumir el cargo, el primer ministro nombró para Defensa a un ultranacionalista y fue un sapo difícil de tragar para Gabbay. Abandonó el Gobierno y hace tan solo seis meses se apuntó al partido Laborista.

Recuerda en algo al recién elegido presidente francés Macrón, pero sus carreras fueron en direcciones opuestas respecto al socialismo. Macrón fue ministro con Hollande y después se marchó, dejó el partido y montó su movimiento "En marcha" con el que ganó las elecciones en mayo. También era un brillante economista que hizo fortuna, en su caso en la banca.

La diferencia es que Macron hizo el camino desde el centro izquierda hacia una amalgama que dice ser de centro mientras que Gabbay ha caminado en sentido contrario y pretende que la masa centroizquierdista israelí, que la hay, vuelva a votar al laborismo después de dos décadas de sequía total.

Aunque queda mucho para las elecciones, allanar un camino político nunca es fácil, especialmente para un paracaidista de la política sin vinculaciones anteriores con el partido que gobernó el Israel de los primeros años de existencia, los más duros, y que cuenta entre sus miembros con gente que dejó huella en la historia como Golda Meir, Yitzhak Rabin o el recientemente fallecido Simon Peres.

Nada más conocerse los resultados se dirigió a sus potenciales votantes, escépticos muchos de ellos a pesar de que Gabbay ha llegado gracias a unas elecciones primarias en las que ha obtenido una clara mayoría. A ver si les suenan los argumentos: "A aquellos que quieren ver al partido Laborista como una alternativa de Gobierno y a los que piensan que los ciudadanos israelíes habían perdido toda esperanza de cambio". "Mañana empieza el viaje hacia los corazones de los buenos israelíes, a los que creen en nuestra ideología y nuestros valores pero que durante décadas no han votado a los laboristas".

Política local aparte, muchos de esos laboristas creen que aun es posible la paz con los palestinos, una posibilidad que se ha alejado mucho en las dos últimas décadas debido a las políticas agresivas de Netanyahu. Trump se ha convertido en un buen apoyo para él después de haberse llevado fatal con Obama, y ello ha aumentado la tensión en la zona.

Para aliviarla e intentar ese acercamiento necesario con los palestinos sería conveniente que, en las elecciones de 2019, o antes incluso (en Israel los gobiernos duran poco) llegase al poder Avi Gabay. Quizá su niñez en un país árabe le acercase a esa paz que tanto anhelan muchos israelíes. Aunque sea rico.