Dice el señor Montoro que “los medios de comunicación no entienden bien la ironía”. Si nos atenemos a las definiciones canónicas, la del Diccionario de la Real Academia Española, dice: “Burla fina y disimulada” y en una tercera acepción: "Expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla disimulada”. Es evidente que, o el señor ministro tiene una concepción distinto de ironía, o se refiere a esta última acepción, en la que, claramente, diciendo lo contrario de lo que expresa, pretende reírse, una vez más,  de todos los españoles.

Que algo olía a podrido, a pescado podrido en concreto, en el Ministerio de Hacienda y Función Pública español del gobierno de Rajoy era evidente. Ahora sabemos que la famosa amnistía fiscal promulgada por el Ejecutivo del PP era inconstitucional, según sentencia del máximo órgano, es decir del Tribunal Constitucional, que la ha anulado.

Declara en la sede parlamentaria el ministro que impulsó dicha amnistía, el señor Montoro, en un virtuosismo del naif y del trazo gordo, que se trataba de un "anzuelo" para que los "pececillos" afloraran su dinero. "Porque sin un anzuelo, los pececillos no pican, se quedan en el fondo del mar", ha dicho. "Gracias a eso afloraron 40.000 millones de euros, recaudamos en impuestos 1.200 millones y seguimos vigilando a las 31.000 personas" que se acogieron a la amnistía fiscal.

Para Montoro la amnistía fiscal era un "anzuelo" para que los "pececillos" afloraran su dinero. Sin un anzuelo, los pececillos no pican, se quedan en el fondo del mar

La intención del Gobierno era recaudar 2.500 millones. Queda claro que, “de buenas intenciones están empedrados los caminos del infierno”, como apunta el refranero español que tanto gusta a Montoro. El ahora valedor de aquella medida pretende presentarse como quien nos salve, una vez vapuleado por el Tribunal Constitucional, eliminándola, cuando ya ha sido así de facto, al menos judicialmente, en otro doble salto mortal de cinismo y amoralidad manifiesta. Se presenta por esta razón una nueva ocasión de recusarlo, esperemos que esta vez la tibieza de Ciudadanos se manifieste de forma clara y activa en la recusación, y no con la de cal o la de arena acostumbrada, si es que quiere posicionarse como una opción creíble y regeneradora de centro derecha.

Los pececillos de Montoro, como las ranas de Esperanza Aguirre, empiezan a formar parte de esa fábula negra contemporánea del compadreo corrupto, de los colegueos en B, de los despidos en diferido, y de los WhatsApp de apoyo a corruptos. Como no puede ser de otra forma, el a punto de ser reprobado ministro Montoro, reparte estocadas a todos menos a los defraudadores, su mentor, compañero de partido y amigo Rodrigo Rato, como ya hizo con los actores, periodistas o directores de cine, en esta ocasión contra otros partidos políticos a los que acusa de haber regularizado más que los del PP.

Sólo esto, el manejo de una información que no debería estar más que en uso de los funcionarios de Hacienda, y cuya privacidad protege la ley, serían más que suficientes en una sociedad seria y responsable, como debiera ser su gobierno, para ser cesado. Abandonen, como en las puertas del infierno de Dante, toda esperanza, si es que alguna albergaron. Aunque hace mucho que el hedor a pescado podrido del gobierno español llega hasta las narices de Merkel, aquí, salvo los abanicos de papel de los colegios de la Comunidad de Madrid, no se va a mover nada.