Este domingo, al mediodía, tendrá lugar la retirada del Medallón del dictador Francisco Franco de la Plaza Mayor de Salamanca. El acto es de especial trascendencia porque su retirada ha sido anunciada en varias ocasiones, pero nunca se ha hecho efectiva, y porque es la primera obra que el dictador encargó en su honor, en noviembre de 1936, recién nombrado Generalísimo y Jefe del Gobierno en el Estado, dado que Salamanca era la ciudad en la que entonces residía.

El acto se convertirá en un evento festivo amenizado con actuaciones musicales y al que acudirá el juez Baltasar Garzón, miembro de la plataforma Actúa y personalidad comprometida con la reconstrucción de la Memoria Histórica y la reparación de los derechos de las víctimas de la dictadura franquista.

De hecho, según un comunicado de Actúa, también estarán presentes varios familiares de las víctimas de la dictadura. Y, junto a ellos, uno de los personajes salmantinos más ilustres, el cómico Héctor de Miguel, más conocido como Quequé, quien desde el programa La Vida Moderna en el que participa no ha dudado nunca en pedir la retirada de este medallón.

El medallón de la Plaza Mayor fue el primer homenaje al dictador y a su inauguración acudieron los embajadores de la época de la Alemania nazi y la Italia fascista, para dar muestra del carácter del régimen de Franco y quiénes eran sus aliados. Después vendrían muchas más representaciones escultóricas de culto a la figura del dictador.

La decisión de retirar el medallón ha tardado. A finales de enero de este año, la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural se reunió para decidir que iba a pasar con el polémico medallón de Francisco Franco en la Plaza Mayor de Salamanca. Tanto PSOE, como Ciudadanos como Ganemos Salamanca pidió a la comisión que se reuniera para tomar una decisión que, finalmente, y en cumplimiento con la Ley de Memoria Histórica, decidieron retirarla por unanimidad. 

En este tiempo, desde el Ayuntamiento, gobernado históricamente por el Partido Popular, se ha intentado proteger a toda costa al medallón, llegando a cubrirlo con una vitrina de cristal para evitar los continuos actos de protesta que implicaban, entre otras cosas, el lanzamiento de pintura roja contra el medallón.