Con una mano en el corazón, la otra agarrada a la de su mujer y rodeado de jóvenes con cara de entusiasmo. Así apareció Macron ante los franceses en su primer discurso como presidente electo, el de menor edad de la historia del país superando incluso a Luis Napoleón Bonaparte, elegido en 1848 a los 40 años y que no tardó en proclamarse a sí mismo Emperador de Francia. Dos décadas después, ya como Napoleón III, inició con la guerra franco prusiana un ciclo de hostilidades contra el vecino germano que se desarrolló a lo largo de todo un siglo y que marcó la división del continente hasta el nacimiento de lo que hoy ha llegado a ser la Unión Europea, símbolo y garantía de paz y prosperidad.

Será un presidente pro europeo

Esa nefasta parte de la Historia debía estar oculta en algún lugar de la cabeza de Macron, que fue aclamado por miles de seguidores ante la fachada del museo del Louvre mientras sonaba el himno comunitario y cuando, para mayor gozo de las autoridades de Bruselas, el flamante presidente electo lanzó un discurso eminentemente pro europeo.

Esta es, sin duda, una de las marcas fundamentales del mandato que ahora comienza. Llegó a decir que defenderá a "Francia y Europa", y poner a ambas a la misma altura es la primera gran diferencia con la adversaria a la que acaba de derrotar, la profundamente euroescéptica Marine Le Pen. Además de todo un reto, no solo porque han sido más de once millones de franceses los que la han apoyado en la segunda vuelta, sino porque la marca Europa ha perdido mucha fuerza en los últimos años en Francia y recuperarla no va a ser tarea fácil para Macron.

Tendrá que suturar las heridas abiertas

Reconciliar un país profundamente dividido será otro desafío importante. Si en 2002 la diferencia entre Chirac y Le Pen padre fue de sesenta puntos, la distancia se ha reducido tanto que ha dado alas a la dirigente ultraderechista para proseguir su camino hacia la moderación con el objetivo de trasladar esos buenos resultados a las elecciones legislativas de junio.

Lejos de presentarse como una candidata derrotada, Marine Le Pen se proclamó a sí misma como la nueva oposición. Y no le falta razón, porque con el socialismo francés reducido a cenizas y con la derecha moderada en retirada y sin referentes, el movimiento que ella representa, se llame como se llame a partir de ahora, está muy lejos de desaparecer de la escena política.

Un nuevo partido para una nueva etapa

Macron llega a los comicios de junio con enorme desventaja, y lo sabe. Por eso su primera decisión ha sido decir adiós al movimiento 'En marcha', con el que inició su carrera política en solitario hace un año y anunciar otro que a partir de ahora se denominará "La República en marcha". Desde esa nueva plataforma intentará lidiar entre las posiciones de izquierda y de derecha que han marcado su discurso hasta ahora y conseguir el apoyo necesario en el Parlamento para poder gobernar sin sobresaltos.

Después de haber anunciado que dejaba de ser socialista su objetivo será conciliar la ideología neoliberal abrazada con la necesidad de procurar a los franceses la protección social que demandan. Sin embargo, habrá que ver como casa esto con su defensa de una reforma laboral que provocó varias huelgas generales y su apuesta por reducir el gasto público y suprimir decenas de miles de funcionarios

Será clave la elección de un primer ministro

Macron terminará con parte de su indefinición política cuando nombre a un primer ministro. Aunque no ha dado más datos, será, como él mismo avanzó, alguien con experiencia política y con capacidad para manejarse en el Parlamento.

Si cumple con sus promesas, los primeros encargos de Macron a esa figura clave estarán relacionados con el avance hacia una mayor integración de la Unión Europea, una medida avalada por el anuncio de que su primera visita oficial será a la canciller Merkel. Y ello sin olvidar dos retos importantes: la amenaza terrorista, el más importante para Francia desde hace un par de años y que gestionará con un aumento en el número de agentes; y la cuestión migratoria, para la que propone flexibilizar fronteras y una mayor integración de las personas procedentes de otros países.