En la política “hay que venir llorado de casa”, decía hace no mucho Esperanza Aguirre para intentar dar una lección pública, ante el pleno del Ayuntamiento de Madrid, a la alcaldesa, Manuel Carmena.

Tras la detención e imputación por organización criminal, prevaricación, malversación, cohecho, blanqueo, fraude y falsificación documental, del que fuera su delfín, Ignacio González, parece que ha olvidado su propio consejo.

La exlideresa ha llorado y lo ha hecho ante la prensa.

Hay que venir llorado de casa

En diciembre de 2015, Carmena hablaba desde el atril de la Asamblea de Madrid para recriminar a la oposición que en los debates se usaran “bromas” y “descalificaciones” y para pedir que todo fuera mucho más serio.

Poco después, Aguirre tomaba la palabra para decir: "Hay que venir llorado de casa si se dedica a la política", asegurando que no se podría tener la piel tan fina y quejarse por cosas así.

Este jueves, Aguirre ha tenido que declarar en la Audiencia Nacional como testigo por el caso Gürtel y, a su salida, de paso, explicar o valorar la detención de Ignacio González por la supuesta trama de corrupción en el Canal de Isabel II. Ha sido aquí donde no ha reprimido las lágrimas.

"Si es culpable, para mí, que he puesto mi confianza en él durante tantos años, es un palo verdaderamente muy, muy relevante; y si no lo es, yo también estoy conmocionada porque el calvario que está pasando y el que le queda por pasar, porque la justicia en España es muy lenta, también lo sería", ha dicho con una voz que se iba apagando e interrumpiendo poco a poco.