Este periodista tiene la suerte de ser uno de los pocos informadores occidentales que han entrado en la ciudad "secreta" de Sarov. En esa localidad rusa, a unos 500 kilómetros de Moscú y a la que ni siquiera los rusos pueden acceder sin permiso, se encuentran los laboratorios en los que el físico Andrei Sajarov encabezó la investigación para desarrollar las bombas que debían convertir a la Unión Soviética en un enemigo "temible" para Estados Unidos, es decir, en un adversario dotado de una capacidad destructiva similar a la que Washington había mostrado en Hiroshima y Nagasaki unos años antes.

 Cuando lo consiguieron empezó una nueva era para el mundo, la de la disuasión nuclear. Una época en la que el miedo a una destrucción desproporcionada, e incluso la aniquilación total del género humano, frenaba la más mínima intención de utilizar dichas armas.

Allí en Sarov, un grupo de periodistas invitados por Moscú pudimos ver de cerca los artefactos que hicieron de la URSS una potencia nuclear. Pero aquellos chismes con forma de cohete, incluida una réplica de la famosa bomba H, la de hidrógeno,  no se utilizaron jamás. Esa fue la gran paradoja de la "guerra fría": cuántos más misiles balísticos poseía cada potencia, menor era la posibilidad de utilizarlos. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que tanto en el Kremlin como en la Casa Blanca los dueños del maletín nuclear siempre fueron, de alguna manera, dirigentes "fiables"

Trump entra en escena como elefante en cacharrería

 Y así hasta que Donald Trump irrumpió en el panorama internacional con ínfulas belicistas. Primero utilizó su capacidad militar para atacar al régimen sirio por, supuestamente, haber lanzado armas químicas contra civiles inocentes. Lo hizo sin avisar a sus aliados occidentales y sin una estrategia a medio o largo plazo para poner fin a la guerra de Siria.

Unos días después, en una maniobra incomprensible todavía para muchos analistas, el Pentágono deja caer en Afganistán la bomba no nuclear más potente y destructiva de su arsenal, la GBU-43. Este artefacto ha encabezado los titulares de estos días como "la madre de todas las bombas", y con razón: pesa 10.000 kilos, cuesta unos doce millones de euros y en su desarrollo se han invertido más de 250 millones de euros.

Para rematar la extraña faena, desarrollada casi al mismo tiempo, Trump eleva el tono también contra Corea del Norte y aumenta la tensión con un país gobernado por un tirano imprevisible y dotado del arma nuclear. Hasta china ha mostrado su preocupación y ha pedido a Estados Unidos que piense en las posibles consecuencias de una conflagración y rebaje sus amenazas contra el régimen de Pyonyang.

Estados Unidos saca músculo, pero no mide sus verdaderas fuerzas

En esta escalada tan irreflexiva solo le falta meterse con Irán, país con el que Obama inició una paz constructiva pactada con otras cinco potencias occidentales y al que Trump también quiere enseñar los dientes.

Estados Unidos es la indiscutible gran superpotencia militar, con un presupuesto que supera al de los quince paises que mas gastan juntos, pero ya no es lo que era. Hace algunos años sus propios mandos militares llegaron a la conclusión de que ya no tienen la capacidad que tenían hasta hace poco de poder librar dos guerras al mismo tiempo. Incluso una puede ser demasiado para un país que sufrió la llegada de miles de féretros procedentes de Irak y cuya población no está preparada para soportar más guerras en este momento.

¿Porqué, por tanto, ese repentino alarde bélico de Trump?. La explicación más generalizada es que el presidente norteamericano necesita reafirmar su liderazgo de una u otra manera y, al mismo tiempo, empezar a justificar el aumento en un diez por ciento de su presupuesto militar.

Además, se acerca el listón imaginario de sus cien primeros días con una gestión inicial que ni siquiera  satisface a quienes le votaron. Tiene por delante varios años de mandato, juicios por causas anteriores de los que se librará por "inmunidad presidencial" y una población, al menos la mitad de país, dispuesta a vigilar muy de cerca todos sus actos.

Esos ciudadanos deberían recordar los tiempos de la disuasión nuclear como garantía de una paz estable. O lo que es lo mismo, las bombas que más miedo dan deben servir para respaldar el poder militar, pero debe justificarse muy bien su uso. La "madre de todas las bombas" se supone que ha destruido la infraestructura de túneles utilizada por los yihadistas que operan entre Afganistán y Pakistán, posiblemente los más peligrosos de todos, pero su alcance estratégico es muy limitado si Estados Unidos sigue sin aclarar su papel en la zona..

Afganistán, Siria, Corea del Norte.... Demasiados enemigos al mismo tiempo incluso para un matón bien armado como Donald Trump.