Que no es un hombre fácil lo saben bien sus ayudantes más próximos, que ni siquiera se atreven a decirle que muchas de las frases que publica en Twitter son, simplemente, barbaridades. Quienes mejor le conocen aseguran que tiene tendencia a obsesionarse, y es cuando siente la necesidad de expresarse del modo que mejor controla, el que más le gusta y en el que nadie se interpone entre él y el resto del mundo.

Sus salidas de tono son fruto de su enorme inseguridad, señala Tim O´Brian, autor de una biografía de Trump escrita en 2005. Asegura que no hay nada nuevo en su comportamiento, porque  es algo que lleva haciendo desde hace 45 años. Según él, Trump necesita que la gente le quiera y respalde las cosas que hace, y que por eso no puede estarse quieto.

En sus dos meses de mandato, a base de tuits y declaraciones, Trump ha dado a conocer su pequeño universo de amores y odios. Los primeros son conocidos y se circunscriben habitualmente a su familia y a un pequeño número de asesores que le apoyan de manera incondicional. Entre los segundos hay algunos nombres que incluso llegan a sacarle de quicio.