Ya antes de reincorporarse a su puesto de trabajo en el Ayuntamiento Orihuela, después de hacer frente a un cáncer, le advirtieron de que se oían voces de que le iban  a hacer la vida imposible. Y así fue.

Fernando Urruticoechea llegó en 2014 a esta localidad alicantina, entonces gobernada por Los Verdes y el PSOE, y ejerció su trabajo de interventor con normalidad durante algo más de un año. Sin embargo, con el regreso al poder del Partido Popular, las tornas cambiaron. A partir de ese momento comenzó el acoso y derribo, hasta que este funcionario natural de Bilbao no ha podido más.

Injurias, calumnias y castigos

Está de baja desde junio del pasado año. Su pecado, “cumplir con mi trabajo” y enfrentarse a la corrupción.

El proceso para acabar con él comprende “injurias, calumnias, sobrecarga de trabajo, ha llegado a hacer jornadas de diez y doce horas, y castigos internos”. Trataron de dejarle sin vacaciones, aunque “recurrió y ganó”, desmantelaron el área de intervención “para dejarme solo”, evitando cubrir vacantes, le impidieron dar conferencias y hacer viajes familiares y llegaron a enviarle a diario “notificaciones con peticiones absurdas”.

La puntilla era el expediente disciplinario. En dos ocasiones a lo largo de 2016 lo solicitó al Ministerio el alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana, pero eso “no lo consiguió”.

Víctimas de la corrupción  

Urruticoechea asegura a ELPLURAL.COM que él es sólo un exponente de lo que ocurre. “Hay cientos de funcionarios enfermos, de baja o en tratamiento psiquiátrico”, revela a este medio. “Cientos de divorcios y familias rotas” por alzar la voz.

Ésta es la otra cara de la corrupción, la de “los funcionarios víctimas, que no somos  apreciados por la sociedad”. La que se ignora mientras se centra el foco en la cara de los políticos y los agujeros millonarios que han dejado en las cuentas públicas.

Ignorar los informes de interventores como él es bien sencillo. En su anterior destino, Crevillent “los tiraban a la basura, en Orihuela iban a la estantería”.  Tienen una clara  función fiscalizadora, pero en muchas ocasiones se convierten en hombre de paja porque “el control es inexistente y las medidas ineficaces. Hay normas que supuestamente protegen a los empleados públicos, pero no se cumplen”.

Solos ante el peligro

De este modo se les pone a los pies de los caballos, frente a auténticos entramados mafiosos. Sumar apoyos, además, “cuando te declaran apestado”, es muy difícil porque “la gente tiene miedo”. Públicamente, ninguno de los compañeros del Ayuntamiento ha salido en defensa de Fernando “aunque sí lo han hecho algunos en privado”.

Ha buscado amparo en la Fiscalía, pero de nada le ha servido. A veces ha recibido incluso “respuestas humillantes”. "Hay una insensibilidad total hacia los funcionarios que vivimos este tipo de situaciones y somos muchos”, recalca.

Miles de informes de ilegalidad

A lo largo de sus 30 años de carrera profesional Urruticoechea ha redactado miles de informes de ilegalidad. Es uno de los funcionarios que más corrupciones ha destapado.

Los grandes contratos son los que le han generado mayores problemas: agua, alcantarillado y basuras. Sus primeras denuncias las hizo en Galdakao, cuando era economista laboral. Entonces se vio obligado a presentar una querella criminal, "que gané" y "el alcalde acabó inhabilitado". Después vinieron muchos otros destinos, entre ellos, Ermua, Leganés, Castro Urdiales y Crevillent, municipio en el que en tres años legalizó la gestión del agua, algo que “no interesaba”. En Orihuela la historia se ha repetido. No hay que olvidar que el actual teniente de alcalde, Francisco Manuel Sáez, fue director de zona de Acuagest, hoy Hidraqua.

Los políticos, origen y causa 

Para este funcionario al que  han llegado a llamar “desequilibrado”, “el origen y la causa de la corrupción son los políticos y la voracidad insaciable de financiación de los partidos”. Sin embargo, deja claro que el robo no se hace de forma individual. “Son tramas perfectamente organizadas. La función pública está politizada y subordinada al poder. Los funcionarios forman parte también de la trama de corrupción”.

Por ello, la solución, a jucio de  Urruticoechea quien, a día de hoy colabora con el Observatorio de la Ciudadanía contra la Corrupción, “pasa por la decencia política y ciudadana”. “Eso deberíamos clamar en las manifestaciones”, insiste, pues “la cultura democrática es inexistente”.

Nuevo destino

Fernando ha concursado para cambiar de destino. Después de estudiar “con mi mujer y mi psicólogo”, todas las posibilidades porque “bueno, bueno, no había ninguno” ha decidido trasladarse a Torrepacheco. “Me hubiera gustado seguir en Orihuela  con un gobierno democrático, no despótico”. Se va esperando que el PP no logre allí volver al poder y con el firme propósito de “seguir haciendo mi trabajo”.