Por primera vez, y con gran ilusión entre los monjes benedictinos que en ella viven, la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos ofrece a cambio de “un pago simbólico” pasar un fin de semana orando y viviendo en las celdas del monasterio. El objetivo: que los interesados “con inquietudes vocacionales puedan descubrir si el Señor les llama a este estilo de vida”.

Parece que este tipo de retiros espirituales es una práctica más habitual de lo que en un principio puede parecer, tanto, que incluso algunas de las figuras políticas de nuestro país y ligadas al Gobierno han optado por ello.

Son muchos los miembros de los dos ejecutivos de Mariano Rajoy que han hablado públicamente de su fe o de sus ideas más que conservadoras. Entre ellos aparecen organizaciones como Opus Dei, los Legionarios de Cristo o son caballeros de ordenes ultracatólicas. Incluso más de un ministro se ha encomendado a una virgen o le ha concedido medallas, como la de oro al mérito policial, la máxima distinción de este Cuerpo, a Nuestra Señora María Santísima del Amor.

Jorge Fernández Díaz y sus visitas al Valle de los caídos

El que fuera ministro del Interior en la primera legislatura de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, es un asiduo visitante del Valle de los Caídos. Es más, este complejo franquista es uno de sus lugares de cabecera donde ir a meditar y rezar.

Y es que, sin olvidar sus labores como miembro del Opus Dei y de la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge, el exministro viaja de vez en cuando hasta El Escorial, hasta uno de los monumentos que mejor representan la represión del franquismo y la dictadura, para realizar ejercicios de meditación, según confirmaron a ELPLURAL.COM fuentes de la propia abadía del Valle de los Caídos.

Y llevaría años haciéndolo. Años recorriendo los 60 kilómetros que separan el centro de Madrid con el Valle para rezar junto a la tumba de Francisco Franco.

Rato y su retiro budista para olvidar la corrupción

¿Meditación para combatir 11 delitos de corrupción? Sí. Puede que esto fuera lo que pensó el exvicepresidente del Gobierno y popular Rodrigo Rato en la Semana Santa del 2016 cuando decidió pasar esos días de vacaciones haciendo un retiro budista mientras le caía una imputación tras otra.

Acorralado por el caso Bankia, las tarjetas black y por sus cuentas en los papeles de Panamá, Rato necesitaba desconectar y decidió hacerlo en un centro internacional de meditación en Pedreguer (Alicante) para sentir “un proceso de transformación y realización personal definitiva.

Pero hay más porque, mientras que está acusado de blanqueo de capitales, administración desleal, falsificación de cuentas de Bankia, apropiación indebida y nueve delitos fiscales, Rato participó en charlas sobre “comportamiento y ética personal.