Tienen páginas web con millones de seguidores en las que recaudan fondos y reclutan adeptos. Publican blogs en los que pontifican a golpes de teclado que se antojan contundentes y dictatoriales. Participan en foros en los que defienden a taconazos sus ideas extremistas, y alardean de su intolerancia en todas las redes sociales posibles. La fachosfera (fachosphère en francés) es la expresión viva del movimiento fascista galo. Y hay que vigilarlo de cerca, porque su próximo objetivo, ya no tan lejano, es hacerse con la presidencia de Francia.

Como forjadores de opinión entre los franceses blancos con más de cinco generaciones de pedigrí también han emitido mensajes sobre la victoria de Benoît Hamon en la segunda vuelta de las primarias de la izquierda.

Su veredicto es muy favorable, y no precisamente porque sea el candidato más izquierdista del socialismo francés. "Aplaudieron a dos manos su victoria", según la crónica de Le Point, "y no porque estén a favor de la renta básica universal o la legalización del cannabis".

Su primera ovación ha sido por la salida de Manuel Valls de la carrera presidencial y quizá de la política. Pero también porque el primer ministro llamó seriamente la atención sobre el lamentable hecho de que el Frente Nacional se haya convertido en la primera opción electoral de los jóvenes de su país. Ni él, ni nadie, se explica todavía porqué la socialdemocracia ha pasado en pocos años al furgón de cola de las preferencias populares después de haber estado históricamente en cabeza.

A la espera de una teoría que sociólogos y politólogos no se atreven todavía a formular, la fachosfera hace sus cábalas y opina que la hemorragia abierta en el Partido Socialista favorece al centrista Emmanuel Macron, posible aglutinador del voto moderado ahora que al muy derechista Fillon, verdadera amenaza para el Frente Nacional de Marine Le Pen, le han pillado unos asuntillos que rozan la corrupción.

A Hamon la fachosfera le apoda Bilal, un nombre árabe, porque le considera el candidato del islamismo y el comunitarismo. Duda mucho de que sea capaz de aglutinar a la izquierda, como pretende, y considera que supondrá un problema para Jean-Luc Melenchon, el candidato del Frente de Izquierda que incluye al Partido Comunista y que goza de mayor apoyo electoral según los sondeos. La pelea en la izquierda está asegurada, y ello favorece a la extrema derecha.

Hoy por hoy, gracias en parte a ese voto joven que denunciaba Valls, la única fuerza que tiene garantizado un lugar en la primera vuelta de las presidenciales de abril es el Frente Nacional. Si nadie es capaz de aglutinar al resto de los votantes franceses, la fachosfera habrá conseguido su objetivo y uno de los países más importantes e influyentes de Europa habrá seguido los pasos de la norteamérica de Donald Trump. Aparte de miedo... ¿hay quién dé más?