En el PSOE viven horas tensas. Pero no por el resultado final. Están convencidos de que será una mayoría muy grande, abrumadora, la de sus diputados que siga el voto establecido en el Comité Federal del pasado domingo 23. Pero no es menos cierto que, conscientes de que la guerra civil no ha acabado, andan pendientes de sorpresas de última hora, y contando quienes pueden nutrir las filas de los disidentes. Incluso, andan con la mano tendida y manteniendo conversaciones de muy última hora y pendientes de cenas más o menos discretas que este largo fin de semana están produciéndose en Madrid.

“Ayer (por el jueves noche) se produjeron dos cenas, al menos, en las que estaban los contrarios a la posición de la gestora”. Dos cenas en las que, según nos dice alguien que está en el meollo de los movimientos que se están produciendo en las tripas del socialismo, los favorables al ‘no es no’ se debatían en las diferentes alternativas que se les presentan: desde el no ya decidido, al deseado, pero imposible no, porque lo que se pretende es volver a la cabeza del partido.

Mientras en Ferraz, como decimos, cuentan a partir de gestos. Y las cuentas que les salen son estas: 15 ‘noes’. O, como alternativa más especulativa, 14 ‘noes’, y una dimisión. La dimisión, claro, la de Pedro Sánchez, sobre la que se viene especulando toda la semana y que el interesado está usando para mantener el suspense alrededor de su figura durante tanto tiempo como pueda.

Pero vayamos por partes. Los 14 diputados que la gestora da prácticamente por perdidos son las ‘independientes’ por Madrid, la juez Margarita Robles, y la exmilitar Zaida Cantera; la inspectora de Trabajo, diputada por Ourense, Rocío de Frutos Madrazo; la abogado, diputada por Aragón, Susana Sumelzo; el exalcalde de San Sebastián, el vasco Odón Elorza; los dos diputados por Baleares, Sofía Hernanz y Pere Joan Pons, más el bloque de diputados por el PSC, siete.

Catorce votos que en Ferraz se niegan a ver como un bloque, y mucho menos a considerarlos como ‘el grupo de Pedro Sánchez’. Es más, nos aseguraban que así como al bloque del PSC y a Cantera, Robles y de Frutos les daban por perdidos, hasta el último momento, y puesto que Sumelzo y Elorza, se habían quejado de que nadie había argumentado con ellos las verdaderas razones de la abstención, se mantienen canales abiertos con ellos buscando que cambien de opinión. Igualmente, se mantiene el diálogo con los baleares y, esto por ambos lados, buscan evitar la disensión final.

Pero el grupo de los que van a votar por la abstención muy contra su voluntad, a nadie se le escapa, es también muy grande. Tampoco a los abstencionistas se les puede presentar como un bloque monolítico más allá de un hecho que todos reconocen: ningún diputado del PSOE, de no verse forzado, quisiera ver gobernar a Rajoy.

Visiblemente incómodo en los planos frecuentes que la realización del debate tomaba de él por estar sentado junto a Pedro Sánchez, Patxi López y los demás vascos y navarros no ocultan que preferirían haber podido votar en conciencia y dar un no a Rajoy. Igual que los murcianos, una buena parte de los valencianos… Pero Patxi López, que a su izquierda tenía a otro ‘no’ definido, Sumelzo, sabe que votar contra lo que ha propuesto el Comité Federal le colocaría en una posición muy incómoda: “Quien quiera poder optar a responsabilidades en el partido en el futuro no puede votar no”, nos dicen que le oyeron decir en el pasillo del Congreso hablando con sus compañeros.   

Y esa, precisamente, es también la duda que ronda en la cabeza del propio Sánchez en estos momentos ¿Cómo abstenerse y seguir manteniendo su credibilidad dentro y fuera del partido? Y al tiempo ¿Cómo votar ‘no’, es decir rebelarse a lo que se ha pedido desde la cúpula máxima del partido, el Comité Federal, y aspirar después a liderar el partido sin socavar su autoridad moral futura cuando quiera imponer una decisión?  

Es ésta disyuntiva la que tiene a muchos socialistas convencidos de que Pedro Sánchez no tiene otra salida que la de presentar su dimisión. Durante el viernes se especulaba con el hecho de que, al tiempo, presentaría también su candidatura para volver a hacerse con el liderazgo del partido en el próximo Congreso, que debe celebrarse en los primeros meses de 2017. El secretario general depuesto tiene hasta el sábado a las 14 horas para decidir.