Aunque se autobautizaron como Los Torreznos, evocando el sumun de los aperitivos tradicionales, el impulso artístico de este dúo de performers, que componen Rafael Lamata y Jaime Vallaure, no puede ser más innovador. Llevan unos tres lustros reduciendo al absurdo nuestros desvaríos sociales y políticos, en fantásticas sesiones en las que, sin más aliño escénico que la voz, repiten rítmicamente palabras y frases sin demasiado sentido aparente, pero cuidadosamente elegidas.


El próximo 6 de marzo recuperarán uno de sus espectáculos clásicos, La Noche Electoral, en la cacharrería del Ateneo de Madrid, como parte del programa de Ateneo Mucha Vida, un festival que conmemora los casi dos siglos de historia de esta sede del pensamiento de la capital. Jonás Trueba, Chevi Muraday o Mago Valmont son también parte de este programa.


Hablamos con Jaume Vallaure de La Noche Electoral.


No estrenan este espectáculo ahora. ¿Lo recuperan aprovechando las elecciones que tendremos en breve? En parte por eso, y en parte porque es un trabajo que hace mucho que no representamos. Es un clásico que ideamos en 2002 o 2003, y nos parecía un momento oportuno para recuperarlo, tenerlo presente y ver qué genera.


El espectáculo se puede encontrar en Youtube. ¿No pierde fuerza algo tan experiencial como una performance si no se ve en directo? Esto es curioso. Hemos estado recientemente en Burgos, haciendo otra de nuestras piezas, La Cultura, y mucha gente nos decía que, efectivamente, ya la había visto en Youtube. Y es curioso porque nosotros no colgamos ahí nuestros espectáculos. Obviamente, para quien ya lo haya visto online y lo vea ahora de nuevo, pierde novedad y sorpresa. Pero el directo siempre da frescura a la experiencia. Sobre todo el nuestro, que es un trabajo muy energético, donde la base es la energía de la voz. En los sistemas de reproducción electrónica se pierde demasiado.


La Noche Electoral se inspira en el ejercicio de la política, y se basa en la voz y la palabra. Es paradójico, con el poco valor que tienen a menudo las palabras de los políticos… Es un trabajo donde se repiten nombres de personajes políticos del siglo XX. Mao, Marx… Algunos se presentaron a las elecciones (como Hitler), y entre todos forman ese magma cultural y político en que hemos vivido. A base de repetir y enfatizar estos nombres, cobran un sentido diferente al que les damos. Se trata de vaciar el nombre y volver a llenarlo con otro significado, atravesándolo con una fuerte carga energética. Los nombres entran en ebullición, y a ver qué pasa.


Repetir nombres, carga energética… ¿Sus trabajos son físicamente muy exigentes? Sí, son cansados y vocalmente son complejos. Pero este es el camino que hemos elegido. Además, este título, La noche electoral, juega con la idea del cantaor, que se concentra y ofrece una interpretación visceral, porque durante el trabajo, estamos permanentemente con los ojos cerrados.


Se ha referido a nombres propios, pero, al comienzo de la pieza, también repiten títulos de cargos como “alguacil”, “senador”, “presidente”… Nos gusta trabajar los arranques de nuestros trabajos, las introducciones. Cuando creamos este espectáculo, en 2002, acabábamos de bautizarnos como Los torreznos, partiendo de la idea de que lo importante no es lo que se hace sino quién lo hace. El nombre Los Torreznos resultaba absurdo en el mundo del arte contemporáneo. De hecho, se nos ocurrió pensado cuál sería el nombre más absurdo para el arte. Era una especie de antinombre. Sin embargo, con el tiempo, ha cuajado, contra todo pronóstico. Y repitiendo los títulos de los cargos en este trabajo, enfatizamos que no es lo mismo ser un ujier, que un emperador, que un bedel. El título que tengas te coloca, de entrada y de por sí, en un escalafón determinado, superior o inferior. Por eso el trabajo arranca así.


¿Qué efecto tendrá el espectáculo en la gente? Nunca se sabe… Nosotros queremos, con lo mínimo, conseguir lo máximo, ganar en resonancia interior. Creo que conseguimos generar un campo de emociones, en este caso con los nombres, y también creamos un juego, porque lo que te esperas que resulte de una forma, transcurre por un sendero inesperado. Es una confrontación de emociones y conceptos. Pero bueno, cada espectador se lleva algo distinto, y eso siempre es un misterio.


La performance es una forma de arte muy libre, tal vez la más libre de todas. Sin embargo, ustedes, en las suyas, trabajan con guion. En el guion está una de las grandes discusiones del ámbito de la performance. La ortodoxia dice que no ha de haber guion, que se trabaja con el contexto, que la performance ha de ser algo irrepetible. Pero lo nuestro tiene una partitura, aunque también nos movemos con un margen de improvisación, y cada representación es diferente, cambia tanto por nuestra parte como por la del público. Es la magia de hacer las cosas en el momento. Nos hemos salido de la ortodoxia, sí, pero nos da exactamente igual. Además, la libertad de la performance, si te marcas mandamientos y normas, la pierdes. Que cada uno haga lo que mejor considere.


¿Qué espera de las próximas elecciones, y de cómo afectará el panorama político resultante a la Cultura? A la Cultura, las decisiones políticas la afectan radicalmente, siempre. En los últimos años, los que vivimos en Madrid lo hemos comprobado de manera palmaria. Yo creo que estamos en un momento de debate, de discusión, de posibilidad de perder lo asegurado. Y creo que eso está bien, me parece un paso adelante. Parece que el panorama puede cambiar, lo cual es una alegría. Que entran nuevas fuerzas en juego, y las voces del ciudadano pasan a formar parte del panorama del sistema político, lo cual es una suerte. Ahora bien, queda mucho tiempo para las elecciones. Puede pasar de todo.


La Noche Electoral. 6 de Marzo. Cacharrería de Ateneo Madrid (calle del Prado, 21). www.ateneomuchavida.es