Desde tiempos muy remotos el pulpo era algo consustancial a las ferias -feiras- gallegas de ahí salió la forma más conocida en todo el mundo de comer el pulpo -a feira-, pulpo cortado en rodajas de medio centímetro, en plato de madera, sal gorda, pimentón y bien rodeado con aceite de oliva virgen -el extra lo pone cada uno en su casa-.

Los otros elementos en las ferias gallegas eran el ganado, siempre había en los pueblos un lugar que solía ser campo con árboles autóctonos, robles y castaños sobre todo, donde se situaba "o campo da feira", donde se situaban los caballos -no solían estar a la venta porque eran el medio de transporte de los tratantes -compradores de ganado-; las vacas para vender que traían los campesinos y muchas veces acompañadas de sus terneros, credos y gallos y gallinas. Recuerdo de mi niñez algo que me llamaba mucho la atención, los fajos de billetes que exibían los trantantes que pagaban todo en efectivo. Los otros elementos que formaban parte de la feria eran los productos que se hacían en las casas de los campesinos, sobre todo quesos, mantecas y algunos productos de matanza de los cerdos. Estos productos se solían situar más dentro del pueblo de forma que los paisanos los viesen y pudiesen adquirirlos.

El tiempo y los cambios también han llegado a las ferias galletas y los campos "da feira" se han convertido en recintos cerrados y pavimentados para el ganado, ordinariamente sin arboles en los que cobijarse del sol en verano. A los productos de confección artesana -que han descendido de forma muy considerable- se han unido las frutas y verduras y hasta hiervas aromáticas y medicinales y sobre todo los vendedores ambulantes de ropa.

La feria galleta está pareciéndose más a los mercadillos del levante que a las primitivas feiras. Pero lo que no ha desaparecido es el pulpo, como pueden observar en la foto de portada: la pulpeira, Aurora, y sus ayudantes que tienen su centro de operaciones en Carballino pero que recorren la geografía de Galicia alimentando a los feriantes.