¿Has sentido alguna vez que eres capaz de comerte el mundo? Seguro que sí. En algún momento de nuestras vidas, todos hemos sentido esa energía desbordante, con independencia de la edad. Lo que seguro que no has hecho, es preguntarte: ¿qué he cambiado en mi alimentación para sentirme así? Y es que, no nos han enseñado que la comida no solo está para disfrutarla o para torturarnos (según la relación que tenga cada uno con ella), si no que fundamentalmente está para usarla en nuestro beneficio.

El cerebro es uno de los órganos más sorprendentes que tenemos. Requiere más energía que ningún otro y no tiene ninguna reserva energética. Es decir “todo lo que le damos, lo consume”, así que es importante darle nutrientes de la mejor calidad posible.

Últimamente oímos hablar mucho de las bacterias intestinales (microbiota) y su importancia en el desarrollo del cerebro y sus funciones. Y es cierto, que la interrelación entre el intestino y el cerebro es la clave de nuestro sistema inmunitario, del metabolismo y señales endocrinas, que optimiza la absorción de nutrientes que provienen de la alimentación y previene la infección por patógenos. ¡Ahí es nada!

Pero bueno, volvamos al principio: la relación entre la alimentación y la creatividad. La creatividad es, junto con la memoria y la inteligencia, una de las capacidades del cerebro que resultan de la confluencia de factores como la información que llevas inscrita en tus genes, el conocimiento adquirido a lo largo de tu vida, el tipo de alimentación y la influencia cultural de tu entorno.

Entonces, ¿qué sería bueno comer para aumentar la creatividad?

Como las células cerebrales sólo se alimentan de glucosa, un monosacárido que tu metabolismo es capaz de extraer de los carbohidratos que comes y que puede ser almacenado (hasta un límite) en el hígado y en los músculos a modo de reserva, para cuando le haga falta. Y, como hemos visto, que el cerebro no tiene esta capacidad de almacenamiento, por lo que necesita un aporte continuo de glucosa a través de sus vasos sanguíneos, hay que darle carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y antioxidantes.

Carbohidratos

No nos confundamos. Esto no significa que llenemos el estómago de alimentos cargados de azúcar, sino más bien de alimentos ricos en carbohidratos complejos (cereales integrales, frutas, verduras, _ si, son carbohidratos- legumbres y semillas). Además, cambiando los cereales refinados por cereales integrales, como la avena, la cebada, el centeno, la quinoa, el trigo sarraceno, el kamut o el arroz integral también aumentaremos la ingesta de antioxidantes, así que matamos dos pájaros de un tiro.

Grasas

En cuanto a las grasas, el aceite de mayor calidad para tu cerebro son los aceites esenciales omega-3, que podemos encontrar en el pescado azul (salmón, atún, caballa, etc.) en los frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc.) y en las verduras de hoja verde oscuro (brócoli, espinacas, acelgas, coles de bruselas, etc.).

Vitaminas y antioxidantes

Vamos a ponerle color a la vida, y para que no nos falte el aporte diario (si, diario, recordad que el cerebro gasta pero no almacena), vamos a comer frutas y verduras de diferentes colores. Que además, no sólo estimulan la función cerebral, sino que también protegen contra el deterioro cognitivo progresivo, aumentando las probabilidades de que permanezcamos creativamente fuertes durante toda tu vida.

En cuanto a qué podemos comer para aumentar nuestra creatividad, lo tenemos claro, ¿no?. Pero aún hay algo más que podemos hacer…. ¡Una buena digestión! La digestión, es un proceso primario del que dependen indudablemente todos los demás procesos de nuestro organismo, incluyendo el de la creatividad.

Nuestro aparato digestivo puede entenderse como otra “máquina” a la que hay que tratar con respeto y cuidado. Así que comamos siempre sentados, nunca de pie, o caminando etc,.. No importa cuánto vayamos a comer, siempre sentados. Y mientras comemos, no hagamos otra cosa, como ver la televisión, el móvil, etc.. Es difícil e incluso puede parecer ridículo, pero merece la pena.

¿Quién se apunta a experimentar eso de “comerse el mundo”? Os dejo dos recetas para alegrar a nuestros cerebro por las mañanas y dar lo mejor de nosotros mismos.