Aznar reconoce ante Jordi Évole que no mintió, que lo que pasó es que no sabía. No tenía ni idea de armas de destrucción masiva, ni de cómo funcionaba ETA, ni de qué hacían sus ministros a sus espaldas. Todos, desde Bush a Rato, se aprovechaban de su buena fe. Por no saber no sabía ni a quién había invitado a la boda de su hija, ni mucho menos quién era el señor que hacía de padrino del novio. Aunque su cara le sonaba de encontrárselo cada mañana en los pasillos de la sede del PP.

Esperanza Aguirre recibía sobres repletos de billetes de 500 euros, de ese señor repeinado que tenía despacho en la calle Génova y cuyo nombre ha olvidado. Al parecer, según ha leído recientemente en los diarios, el dinero que tan desinteresadamente le daba no era suyo, sino de otras personas. La ex presidenta madrileña se pregunta ahora, porqué esos señores tan ricos y tan simpáticos le daban  sus ahorros, cuando ella ni los conocía ni hacía nada por ellos que mereciera tanta generosidad.

El alcalde de Madrid, Martínez Almeida, dijo el 3 de marzo que si el Gobierno central no coge el toro por los cuernos, en Semana Santa cada comunidad autónoma tendrá una regulación diferente sobre el Covid y será un caos. El día 4 de marzo asegura que el Gobierno Central lo que no puede hacer es regular de manera unilateral, y restar autonomía a las comunidades.

¿Y si estamos siendo injustos? ¿Y si en vez de ser unos mentirosos corruptos, son simplemente unos estúpidos desmemoriados?