No esperábamos menos de este nuevo PP del señor Pablo Casado, tan joven, con tanto máster y tan sonriente, sino lo que ha hecho: que diese un giro al presunto centro de su partido hacia la derecha predemocrática de nuestra historia.

Ya apuntaba maneras cuando empezó a ir de la mano y convocatoria, cuando a no a rebufo, de las vocingleras actividades del señor Santiago Abascal que, al fin y al cabo, le precedió en sus ambiciones en el Partido Popular para marcharse luego hacia la creación del engendro político llamado VOX. El candidato del PP, Juanma Moreno, será investido presidente de la Junta de Andalucía la próxima semana tras cerrar un pacto para formar un gobierno de coalición con Ciudadanos y otro acuerdo de investidura con Vox, lo que supondrá la salida del PSOE del Ejecutivo autonómico después de 36 años.

No esperábamos menos, tampoco del señor Moreno, sino que se bajase los pantalones hasta los tobillos, para que VOX le diese un poco de centro-ultra-derecha… Lo que hasta ayer era “inaceptable”, lo sigue siendo, hoy es una “cesión”. Ya esperábamos que el señor Moreno le diera a VOX hasta la primogenitura de sus vástagos, de haberla pedido, pues sabía que iba  a ser su única y casi ni soñada, oportunidad de gobernar en Andalucía. Es cierto que se ha dado carpetazo a la devolución de competencias, a la expulsión de más de cincuenta mil migrantes, o al cambio del día de Andalucía pretendidos por VOX, pero se ha tragado sin vaselina con la derogación de la “Ley de Memoria Histórica”, y la anulación de todas las ayudas sanitarias, sicológicas y sociales a los colectivos LGTBI en Andalucía. La formación de ultraderecha ha conseguido introducir en el acuerdo el sistema de atención a mujeres con embarazos no deseados para proporcionarles “asistencia y alternativas socioeconómicas”.

Se compromete a la creación de una Consejería de Familia y a la implementación de un plan de apoyo a las familias que tenga como eje fundamental el fomento de la natalidad. También se adquieren compromisos a nivel educativo. La nueva Junta del andaluz nacido en Barcelona, garantizará “la libertad educativa y el derecho de los padres a elegir el modelo que deseen para sus hijos, evitando cualquier injerencia de los poderes públicos en la formación ideológica de los alumnos y permitiendo que los padres puedan excluir a sus hijos de la formación no reglada por actividades complementarias o extraescolares cuando sean contrarias a sus convicciones”. También se eliminan las zonas y se garantizará la coexistencia de la educación pública, privada, concertada y diferenciada.

No esperábamos menos, tampoco del señor Moreno, sino que se bajase los pantalones hasta los tobillos

El señor Juan Marín, de Ciudadanos, muy sonriente, asegura que son acuerdos con el PP, y no con ellos, en un intento de dejar inmaculada su imagen de centro progresista que acaban de tirar al desagüe con esta triple entente reaccionaria. De nada han servido las advertencias del presidente francés Macron, a Ciudadanos, que pretende ir de la mano del partido del francés a las elecciones europeas, para no perpetrar ese pacto.   Los dos acuerdos, que son independientes, aseguran, garantizan a Moreno el éxito de su investidura, que previsiblemente se celebrará entre el martes y el jueves de la semana que viene, a la espera de que la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, haga la ronda de consultas y formalice la propuesta como candidato del líder popular.

Los socialistas andaluces, y los españoles, tendrán que hacer un profundo análisis de lo que ha sucedido. El escaso apoyo del presidente Sánchez en las campañas autonómicas de su granero histórico de votos perdido por su desgana, por su apoyo de bajo perfil, en lo que se podría interpretar como un mal calculado intento de desgastar a la baronesa andaluza, le ha costado caro al socialismo español.

La falta de contacto con la realidad de muchos de los consejeros áulicos de Susana Díaz, un verdadero animal político, casi amortizado por el desacierto de sus líderes de campaña y asesores, que ya debieron ser purgados con la equivocación rotunda de las primarias.  La desidia de los miles de votantes andaluces que se quedaron en su casa, en un ejercicio de irresponsabilidad democrática sin precedentes, o los que votaron a VOX no por convicción, sino por ir a la contra, sin saber lo que votaban, sin saber que votaban contra la democracia, contra las conquistas civiles y sociales, contra sí mismos.

Esta es la “investidura” que se nos presenta: una forma de investir la vergüenza. El descrédito en una sociedad que, más allá de una clase política incapaz de asumir responsabilidades, códigos democráticos, por un cargo, una consejería y unas prebendas, tampoco asume sus deberes y derechos individuales. En Andalucía, con esta investidura, los maltratadores van a tener más fácil golpear a las mujeres; las empresas privadas a mezclar de nuevo educación y dogmas de fe y además hacer negocios muy lucrativos con ello. Las familias que no saben dónde están sus abuelos, tíos o hermanos no podrán exhumar sus restos ni darle digna sepultura. Los niños y niñas encerrados en cuerpos que no les corresponden no podrán reasignar su género y se verán obligados a irse, o sufrir sin ayuda,  así como todos aquellos que no comulguen con esta “reconquista inquisitiva”.  Federico García Lorca, en su tumba anónima, debe estar sintiendo, de nuevo, los balazos del odio y la ignominia.