A punto de que se abran las urnas en Madrid, la izquierda enarbola el concepto de “democracia” como síntesis de lo que los progresistas ofrecen para reconquistar el Gobierno autonómico. Lo que les une hoy es la intención de evitar el peligro que representa la ultraderecha.

La andadura de Vox hacia posiciones de poder político comenzó en Andalucía, al conseguir un número imprevisto de escaños autonómicos, que les permitió poner pie en algunas instituciones actuar de bisagra para facilitar gobiernos presididos por el PP. Algo así podría acontecer en Madrid. No en vano, las propuestas electorales de Isabel Díaz Ayuso se han ido ajustando hasta el último momento.

La lectura del programa de Ayuso deja pocas dudas porque da espacio sobrado para alcanzar acuerdos con Vox. ¿”Qué demonios nos ha pasado. En qué momento se jodió Madrid”? se ha preguntado Juan Tortosa en el diario Público. Y lo que más le ha dolido es que la derecha se haya apropiada de un término tan sagrado como Libertad.

El candidato socialista Ángel Gabilondo recuperó la unidad en el arco de la izquierda para frenar que el abrazo entre PP y Vox marcara los destinos de Madrid. Se ofreció a ponerse al frente de un gobierno de progreso junto a Pablo Iglesias y Mónica García, asegurando que el cambio, además de ser necesario, era posible. Y la vicepresidenta, Carmen Calvo, lo refrendó alto y claro: "Ojalá Madrid no sea la capital de Europa que gobierne la ultraderecha", y eso incluye al PP.

Lo representantes sindicales que participaron en la habitual manifestación del primero de mayo también subrayaron la existencia de ese riesgo. En la plaza de Cibeles, los secretarios generales de UGT, Pepe Álvarez, y Unai Sordo, de CCOO, pidieron el voto para las fuerzas de izquierda y resumieron el sentir general: “Que ningún trabajador se quede en casa para que las urnas de los barrios populares se llenen de votos para que ningún voto trabajador respalde a la extrema derecha”.

Este martes los ciudadanos de Madrid decidirán si dan su apoyo a un presidente de progreso o si, por el contrario, abren las puertas a una ideología que favorece a los que más tienen, que niega la igualdad, la violencia de género y que exhibe el racismo y la xenofobia como ejes de su política.

Porque, además, cuesta bastante no sentir aprensión ante lo que puede ser un gobierno autonómico del PP y Vox cuando el sábado, el alcalde de la Villa y Corte, José Luis Martínez Almeida, soltó esta perla en un mitin: "Los fascistas que gobernamos en Madrid hemos conseguido que el paro baje (…) Porque seremos fascistas, pero sabemos gobernar”. El regidor debería haber tenido en cuenta que hay cosas con las que no se puede jugar. Tampoco juguetear con ironías.