Los escándalos como empresario de Díaz Ferrán sólo fueron mejorados ciertamente por el fallecido Jesús Gil y Gil, cuyo currículo resulta  estremecedor. Lo más llamativo, no obstante, es que la ciudadanía ignora por qué regla de tres da la impresión de que sus nefastas cabriolas empresariales –casi todas acabadas en fiasco y con numerosos trabajadores despedidos- han quedado, al menos por ahora, en una cierta penumbra judicial.

Deslenguado y cheli
Fernández, que tiende a ser deslenguado y bastante cheli, ha superado con creces la grave crisis de su cuñado. Él avanza viento en popa y a toda vela, proyectando la imagen de un populista neoliberal. Sus coincidencias ideológicas con su amiga Esperanza Aguirre son múltiples. Algo similar le pasaba a Díaz Ferrán.  Recordemos aquel momento en el cual -medio adormilado- criticó primero a Zapatero, ante un micrófono que estaba abierto sin él saberlo.  Redondeó espectacularmente la faena, el entonces presidente aún de la CEOE, bautizando a la presidenta de Madrid, Aguirre, sin complejo alguno: “Esta sí es cojonuda”.

La misteriosa Fundescam
Tanto Arturo como su cuñado Gerardo inyectaron abundante dinero a Fundescam, una misteriosa Fundación madrileña, donde algunos empresarios multimillonarios aportaron importantes cantidades crematísticas. Corría el año 2003. Fue cuando Esperanza Aguirre logró ser presidenta del Gobierno autonómico de Madrid gracias a una insólita segunda vuelta. En la primera, se produjo el tamayazo, que evocaba la época de los pucherazos electorales, tan extendidos en la España de la Restauración. Los caciques de entonces  manipulaban las urnas, como es bien sabido. ¿Qué ha sucedido en este país con la Fundescam? Silencio. ¿Dónde están, respecto al ominoso episodio del tamayazo,  fiscales y  jueces? Silencio.

¡Vivan los neoliberales!
Arturo Fernández está estos días que se sale. Se frota las manos y hace declaraciones por doquier. Van a gobernar los suyos, sus amigos. El Gobierno Aznar se portó bien con él. Es probable que Mariano Rajoy también se entienda fácilmente con Fernández, a pesar de que sea  fan de Aguirre. Todos ellos, además, sostienen que cuanto menos cuesten a los empresarios los despidos de los trabajadores, mejor para las empresas y mejor, por ende, para la buena marcha económica de España. ¡Viva el despido libre! ¡Vivan los neoliberales! El PP arrasará, pero no seas tan impaciente, Arturo.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM