El Real Decreto Ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, también llamado la contrarreforma laboral, está repleto de errores que dejan mucho que desear, mucho que dudar de la técnica legislativa de sus autores.

¿Cómo es posible que un ministerio sea capaz de publicar una norma sin memoria económica? No establece, y mira que es sencillo, un resumen en el que se explicite las consecuencias sobre el presupuesto, los gastos fiscales de los mecanismos de deducciones y bonificaciones que establece.

Comentábamos varios amigos, compañeros de carrera, inspectores de Hacienda entre ellos, la idoneidad de un departamento, el Ministerio de Empleo, con sus santos bemoles, de llevar a cabo una transformación del mecanismo de deducciones de Hacienda a través de un decreto de Empleo.

Efectivamente, el Gobierno de la Nación ha sido capaz de determinar incentivos fiscales desde la legislación laboral. Un error de bulto que trae consigo, a su vez, una innumerable lista de imprecisiones.

Por ejemplo, asistimos a que las deducciones a la contratación –por ejemplo los tres mil euros por menor de 30 años contratado-, se establecen sin especificar en qué impuesto será de aplicación: ¿el IRPF?, ¿el Impuesto de Sociedades?, ¿el IVA?

Para peor consideración no se explicita si la deducción será sobre la base o sobre la cuota, la forma y los límites, los mecanismos y los requisitos fiscales. Y no lo dice porque, ciertamente, no es una norma fiscal sino un decreto laboral que enmienda la plana a todo el sistema tributario.

Llamé entonces a una compañera, actual alto cargo del Ministerio de Empleo, y, perezoso, le pregunté. Me dijo que, espera, será un reglamento quien lo aclare. No dije nada hasta hoy que les escribo a ustedes para decirles, aclararles, que las deducciones son objeto de reserva de Ley por el artículo 8.d de la Ley General Tributaria, no materia de un decreto y, ay, menos uno laboral.

No cabe mayor impericia, no podía imaginar la estulticia llegando al BOE, sin pasar por un corrector técnico, sin que dijera esta boca es mía Cristóbal Montoro, o Fátima Báñez –un cordero vestido de cordero-, o cualquier subsecretario que pasara por allí. Nada, el silencio, la agresión a los trabajadores, la precariedad y, sobre todo, la inepcia legislativa de no saber, siquiera, redactar una norma a la altura de tan excelsos currícula.

Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía, Portavoz de Hacienda del PSOE de la Asamblea de Madrid y Secretario de Economía del PSM-PSOE
www.antoniomiguelcarmona.wordpress.com