El Correo de Andalucía atraviesa otro momento delicado. No es el primero. Y siempre ha sabido remontar cual ave fénix. El decano de la prensa sevillana se ha ganado un sitio en la conformación de la opinión pública (y también en nuestros corazones) superando circunstancias difíciles y escribiendo páginas inolvidables de nuestra historia más contemporánea. Casi 115 años de vida dan para mucho. Es un diario que conoce tres siglos y que ha sabido estar a la altura de la sociedad a la que representa. Quizá por esa conexión con su público ha podido sobreponerse a avatares y sinsabores.

Mi relación con El Correo es especial. Primero como lector desde los años de adolescencia, después, ya siendo periodista, como miembro de una redacción que obraba el milagro de sacar a diario un producto solvente con menos recursos que la competencia. Nadie, desde luego, nos superaba en ilusión y en ganas. Ésa era y es la fuerza de una cabecera con mucho camino recorrido, que había sabido zafarse de los grilletes censores en los últimos años de dictadura franquista o que había participado activamente en la consecución de la autonomía plena, por la vía del artículo 151, para Andalucía.

Este periódico se ha erigido a lo largo de décadas en una cantera de buenos profesionales, en una escuela de formación de excelentes periodistas, de gente intrépida y comprometida que ha sabido desmenuzar e interpretar los acontecimientos. El Correo de Andalucía ha sido una plataforma de despegue para otros muchos destinos periodísticos. Muchas redacciones se componen de firmas que iniciaron su carrera en esta longeva y fecunda cabecera. La tradición permanece viva: el plantel ofrece un amplio elenco de periodistas con capacidad y conocimiento profundo del oficio. Me lleve tres años en esta acogedora casa que me enseñaron a curtirme y amar el periodismo, una vocación en la que conjuga unas gotas del romanticismo, muchas menos de las que nos enseñan en las facultades y recogen los manuales, y muchas toneladas de labor estajanovista y de poco lucimiento.

De esto sabe mucho la joven en edad pero experta plantilla, hombres y mujeres que no se resignan al destino que la realidad económica pretende imponer. Casi seis decenas de profesionales, en su mayoría periodistas, están en lucha para mantener a El Correo en el lugar que se merece en el mercado. El periódico está sufriendo la crisis que azota el sector con virulencia. Varios miles de periodistas han perdido durante los últimos años sus puestos de trabajo por la caída en picado de la inversión publicitaria, principal fuente de ingresos de los medios. A las turbulencias generales se ha sumado la propia crisis de la prensa por las nuevas propuestas tecnológicas. Esta doble contingencia está zamarreando los cimientos de este y otros muchos rotativos. El reto no es fácil pero, sin duda, es posible. El Correo tiene un hueco en el universo mediático. Constituye una referencia imprescindible para sus lectores, en particular, y para la sociedad sevillana y andaluza, en general.

La supervivencia de El Correo no es sólo una buena noticia para sus trabajadores, también representa una necesidad para Sevilla y Andalucía. Llevamos dos días viendo en los quioscos el vacío que genera la no publicación de esta cabecera histórica. La razón está más que justificada: una huelga que pretende ser un punto de inflexión para tomar un nuevo impulso. Pero duele este silencio, no se entiende la ausencia de esta voz que nos viene acompañando desde hace tanto tiempo y que ha conformado el imaginario colectivo para muchas generaciones. Una sociedad es más democrática en función del pluralismo y la variedad de sus medios de comunicación. Este periódico tiene un hueco y sus trabajadores se merecen continuar en la brecha porque tienen una función social que quieren y pueden cumplir.

No me imagino un mañana sin El Correo de Andalucía. Tampoco sus profesionales. Están dando un ejemplo de cómo defender un proyecto empresarial en un contexto extraordinariamente duro. ¿Cuándo se han bajado los brazos en esta casa? Nunca. De ésta saldrán y los lectores seguiremos disfrutando de un periódico cercano, abierto y plural. Entre todos tenemos que sumar fuerzas para hacer realidad este grito de supervivencia. ¡Sí se puede!

Nota.- Texto publicado hoy en la edición especial de El Correo de Andalucía.

* Miguel Ángel Vázquez es periodista y portavoz del Gobierno andaluz