Y resulta absolutamente intolerable que su rico sindicato, el Sepla, pretenda imponer a la compañía decisiones que entran plenamente en el ámbito de las responsabilidades de sus gestores.

Los pilotos irán a la huelga el domingo día 18 y el jueves 29 de diciembre, en vísperas de Navidad y Nochevieja.

El Sepla-Iberia, presidido por Justo Peral, ataca de nuevo tratando de boicotear la decisión de la empresa  de crear una compañía de bajo coste, “Iberia Express”, para vuelos de radio corto y medio.

Es este un proyecto razonable para competir en el mercado del aire que debería satisfacer a todos los empleados.

De hecho así lo han entendido el 92 por ciento  de los trabajadores de la compañía, incluidos los más cercanos a los pilotos, los tripulantes de cabina.

Las de los pilotos no son huelgas convencionales motivadas por las típicas reivindicaciones salariales. Son un permanente pulso corporativo por el mantenimiento de cuotas importantes de poder.

El Sepla  desafía con frecuencia opciones estratégicas de la compañía  tratando de condicionar su gestión o de imponer el control por parte de los pilotos de determinados puestos de mando.

En esta ocasión tratan de boicotear el nacimiento de “Iberia Express” como hace años boicotearon la creación de “Catair”.

No están amenazados sus puestos de trabajo pero ellos están siempre atentos a conservar unos privilegios que si no tenían sentido en el pasado ahora resultan ridículos

El Sepla, como el sindicato de los controladores aéreos,  se ha ido  creciendo a lo largo del tiempo porque tanto los sucesivos presidentes de Iberia como los distintos gobiernos han terminado achantándose ante los pilotos para evitar las consecuencias de la huelga sobre los ciudadanos.

Es de esperar que el todavía gobierno en funciones y el que se prepara para entrar justo entre ambas fechas fijadas para la huelga aclaren las ideas a este colectivo insolidario.

Mariano Rajoy debería actuar, desde sus primeros días en el palacio de La Moncloa,  con la firmeza requerida por la tranquilidad ciudadana, por el futuro de la empresa y por la dignidad del Estado.

Y también para bajar los humos a un colectivo arrogante y sobrepagado que provoca alarma social en un momento en que tanta gente pasa serias dificultades económicas.

José García Abad es periodista y analista político