No falla. Cada vez que el PP está en la oposición dedica todos sus esfuerzos a deslegitimar al gobierno, a incendiar las instituciones que pretende gobernar, y, como de costumbre, el tema del terrorismo y sus muertos, se convierte en la más ignominiosa de las municiones. Asunto tan delicado, que reabre las heridas diarias de muchas familias, debería ser terreno vedado, sagrado, casi, para cualquier persona de bien. Sin embargo, hace mucho que la ética y la dignidad abandonaron los foros de los debates políticos, en aras de una interpretación sobreactuada, que se hace para conseguir “me gusta”, seguidores en redes sociales y espectáculos, aunque sea a costa de generar más dolor de una forma impúdica e innecesaria. Ya lo vivimos cuando el PP perdió las elecciones tras el atentado de Atocha del 11 M, en el que mucho tuvo que ver la vergonzosa foto de las Azores del señor José María Aznar, cuando, incapaces de asumir el sentido del castigo electoral de los españoles, como ahora, incendiaron los medios de comunicación con falsedades y conspiraciones, “comandos Dixán”, y demás insensateces ridículas.

          Ahora el viejoven líder del Partido Popular, el señor Pablo Casado, que está demostrando más cinismo, incluso, y más reaccionarismo que sus predecesores, se rasga las vestiduras por un falso acuerdo con el partido EH BILDU. Digo falso porque, en ningún momento, la coalición de gobierno de España PSOE-Unidas Podemos ha establecido ningún acuerdo ni contraprestaciones para tramitar los Presupuestos Generales del Estado. Bildu, como otras formaciones, simplemente no se ha opuesto a la tramitación del Proyecto de ley de los Presupuestos Generales. Es tan absurdo el argumento como decir que, al votar en contra de ellos PP, la CUP y JxCAT, el Partido Popular y los más radicales independentistas catalanes han pactado desgastar al gobierno, aunque nos cueste las instituciones y el dinero negociado con la Unión Europea para paliar los estragos económicos de la pandemia del COVID. En algo sí están de acuerdo PP, la CUP y JxCAT: les importan más sus objetivos partidistas, que el interés general de los ciudadanos de toda España.

          Dice el señor Casado que el presidente Sánchez ha “cruzado una línea negra” al “venderse” a cambio de unos “apoyos inconfesables”. “Es una indignidad moral que tiene que acabar”, ha añadido. Estas declaraciones han provocado la dura respuesta de Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) y hermana de Gregorio Ordóñez, concejal del PP asesinado por la banda terrorista en 1995. “Tienen muchísimos temas para hacer política. Que deje de utilizar a las víctimas del terrorismo para hacer campaña. Que no nos manosee ni nos manipule” respondió a Casado. Lo que es una indignidad que debiera de acabar es la mentira como herramienta política. Quien ha cruzado hace mucho la línea negra de la no noticia, de la no verdad, de la mentira emotiva de la posverdad, que es su decálogo, es el señor Casado, que repite una mentira hasta la saciedad, hasta tratar de hacerla parecer un hecho. Lo que sí es verdad es que su mentor, el idolatrado bigote de las Azores, el ex presidente José María Aznar, manifestó públicamente, está en las hemerotecas y tevetecas de este país, de su propia boca, que había “autorizado contactos con el entorno del Movimiento de Liberación Vasco”, asumiendo el ideario de la banda terrorista, a la que no se atrevió a llamar por su nombre. El 16 de septiembre de 1998, en consecuencia a esta declaración y contactos, ETA declaró una tregua indefinida, que acabó rompiéndose, a cambio de la liberación por Aznar de 210 presos etarras, y el acercamiento de otros 125, cosa que no se atrevió a hacer antes, ni después, ningún otro presidente de nuestra democracia. Javier Zarzalejos, secretario general de la Presidencia del Gobierno en la etapa de José María Aznar, junto a Pedro Arriola y Ricardo Martí Fluxa, se desplazó en 1999 a Suiza para mantener un contacto directo con los dirigentes de ETA Mikel Albisu “Antza” y Belén González Peñalva y en el que medió el entonces obispo de Bilbao, Juan María Uriarte. Todo esto lo contó en un libro, editado por Península, el propio Javier Zarzalejos. Nadie en la oposición, entonces socialista, levantó la voz contra estas afirmaciones y acciones del gobierno del PP porque, en corresponsabilidad, por sentido de responsabilidad y de Estado, se entendían dentro del marco de intentar acabar, negociadamente, con la banda armada. Esta es la verdad de nuestra historia reciente, y no las mentiras deformadas, las PPerversiones del señor Casado. Más doloroso resulta que históricos dirigentes del PSOE, como el culto e inteligente Alfonso Guerra, además de otros barones en activo del PSOE, compren una mentira, una falacia de los enemigos de la verdad. Uno puede tener la legítima antipatía hacia los actuales dirigentes, puede discrepar y no estar de acuerdo, disentir y criticar. Yo he puesto negro sobre blanco en este mismo espacio, y de una forma muy rotunda, mis discrepancias sobre ciertas acciones como Secretario General del PSOE de Pedro Sánchez. Hay que tener claro, sin embargo, que la verdad es la verdad, la diga Agamenón  o su porquero y, hacerle el caldo gordo a los enemigos de la verdad es, sin abandonar el carnet ni las prebendas del poder, una forma de estupidez y transfuguismo 2.0.