Madrid alberga en su seno un grupo de políticos y gestores de medio pelo, pequeños discursos, ocurrencias mediocres de un gobierno municipal estrecho, que convierten a Madrid en gélido.

Junto con una población, sin embargo, capaz de aportar todo su esfuerzo para reconstruir una ciudad que lo merece. Jóvenes dispuestos a sembrar para recoger, para innovar, para crear.

El Madrid de la cultura podría emerger como vanguardia junto a Berlín que merece mostrarnos el camino. Madrid, también, podría convertirse en una linterna de atracción como París. Capital del español, puente entre dos continentes, sigo sin entender por qué Madrid no es una de las tres más importantes plazas financieras del mundo.

Vivir en la Villa de Madrid es darle salida a los más de cien mil pisos vacíos que duermen en la capital. Porque, por ejemplo, la mejor rehabilitación del centro es llenarle de jóvenes dispuestos a invadir de arte y creación, valor  e innovación, nuestra capital. Jóvenes de los cuales once mil menores de 25 años se registran en las oficinas que son del paro más que del empleo.

La peatonalización de nuestras calles, con un transporte eléctrico veloz e inmediato, capaz de hacernos cruzar el centro en minutos, convertiría una buena parte de la villa en centro mundial del comercio y el arte. Calles accesibles para la discapacidad, habría que prohibir las barreras, bajar las aceras y devolver Madrid a los madrileños.

En tan solo diez días la Villa de Madrid ha rebasado los límites de contaminación que permite la legislación para todo el año 2012. Flota el NO2 con la profusión que destruye nuestra salud y hace más difícil la convivencia. Tan fácil como el desarrollo de edificios inteligentes y la implementación de un transporte público ágil, moderno y rápido, despejará la boina gris que cubre nuestros corazones.

Madrid tiene recursos como para implantar áreas de creación, viveros de empresas que hagan volar a los emprendedores y generen el valor que necesita esta ciudad. Así lo demandan los 240.000 parados registrados de madrileños de la villa.

Son los distritos menos favorecidos los que sufren el mayor de los recortes en la política social municipal. Elevando las murallas que marcan las fronteras, pobres frente a ricos, centro versus periferia, convirtiendo a Madrid en todo menos en una ciudad abierta.

Madrid es de los madrileños y se ha de volver, la democracia lo quiera, a un concejo abierto, donde se agolpen los vecinos abriendo de par en par el palacio de Cibeles. El viejo profesor desearía verlo desde ese agujerito, de Madrid al Cielo, para hacer su último bando.

Mientras tanto asistimos al gélido discurso de concejales y ediles, incapaces de entender a una de las más importantes capitales del mundo, metrópoli dueña de su historia y cuyo futuro anda secuestrado por incapaces. Por eso hace tanto frío aquí.

Antonio Miguel Carmona es miembro del Comité Federal del PSOE, Secretario de Economía y Empleo del PSM-PSOE y profesor universitario de Economía

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