Lo hemos visto correr de forma un tanto patosa en sus paseos privados por Galicia, ahora lo vemos en los spots electorales y tras las elecciones seguirá huyendo a toda prisa de la realidad.

Nos ha costado comprender la personalidad del presidente Rajoy ya que comenzó escondiéndose tras un plasma, después se sentó en la mesa camilla de la Moncloa y se olvidó del mundo, más tarde llegaron las ruedas de prensa sin preguntas, los debates electorales sin el candidato, pero por fin hemos podido conocer mejor la personalidad de este gallego que ejerce como tal porque le gusta demostrar que ni sube ni baja, que opina blanco y lo contrario a la vez y que lo que mejor hace es escaquearse.

Realmente conocí a Rajoy en el programa de Bertín Osborne. Ahí fue por primera vez como es él. Un gran pasota disfrazado de hombre responsable. Y el momento cumbre de ese programa fue cuando intentando cocinar con Bertín unos mejillones, el presentador dijo: “Esto va a explotar” a lo que Rajoy elevando sus hombros dio media vuelta en la cocina diciendo “ah pues yo me voy”.

Ese es Rajoy. Le gusta el poder, le gusta ningunear a Aznar que no para de tirarle cuchillos bien afilados, pero al mismo tiempo cuando las cosas se ponen mal da media vuelta y se va.

En el último debate la frase que más pronunció es “gobernar es muy difícil, todo es muy difícil” y en uno de los descansos se le vio bostezar junto a su inseparable Moragas. Ya antes había confesado en una entrevista que lo de los debates no le gusta mucho, “hay que preparárselos y no sé……”. Llama a sus contrincantes “agoreros” y es incapaz de argumentar, cuando se habla de corrupción calla y cuando le hablan de desigualdad responde que él es el artífice de millones de puestos de trabajo estivales.

Y eso es lo que hizo con los catalanes o mejor dicho con Catalunya. Cuando vio la primera manifestación con esteladas y gritos de independencia dio media vuelta y no intentó buscar ninguna vía de diálogo a pesar de repetir en sus mítines que ese territorio del noreste es España.

Eso mismo hace con Europa. Cuando le hacen preguntas o le reclaman la deuda, él mira hacia la Meca. O cuando le reprochan la desigualdad que hay en España que pone cara de Tancredo que no entiende de qué le están hablando. Acabó el último debate diciendo que sus contrincantes eran unos pesimistas y lo ha seguido repitiendo durante la semana.

Así es el Presidente en funciones, pero al parecer a su tribu les gusta, les beneficia. Y a los que no son de su grupo pero le votan, creen que este hombre nos sacará del atolladero. Yo creo que sin MR estaríamos mejor. ¿Y usted?