Un gran equipo de profesionales. Eso es lo que ha reunido el presidente Pedro Sánchez, para conformar su Gobierno. No ha buscado ponerse a bien con unas u otras tendencias dentro del PSOE; no ha tratado de colocar a amigos o parientes; no ha nombrado a personas por su vinculación con estos o aquellos lobbys y grupos de influencia. De un plumazo, ha barrido los viejos usos, aplicados en el Estado, las Autonomías, las Diputaciones o los Ayuntamientos. Ha puesto en marcha otra forma de hacer política.

Entramos en una nueva era con decisiones claves para el futuro de la sociedad, porque se han aplicado conceptos básicos. La vicepresidenta lleva la cartera de presidencia y relaciones con las Cortes y se ocupará de la Igualdad, lo que significa que se parte de la condición de que mujeres y hombres tengamos los mismos derechos e iguales posibilidades. Una manera de combatir la violencia o el maltrato que son, hoy por hoy, una auténtica lacra.

Esta nueva concepción de atribuir responsabilidades ha conducido, por ejemplo, a  que el ministro de Asuntos Exteriores y de la Unión que Europea sea Josep Borrell, con la probada capacidad que exhibió en sus numerosos altos cargos, entre otros, la presidencia del Parlamento Europeo; a que la responsable de cuidar del Medio Ambiente, Teresa Ribera, haya trabajado durante años en la Oficina Española del Cambio Climático.

O el acierto de nombrar como ministra de Justicia a Dolores Delgado, fiscal coordinadora de la lucha antiterrorista y afín a Baltasar Garzón. Una mujer muy valiente, con 28 años de Fiscalía a sus espaldas, 25 de ellos en la Audiencia Nacional. ¿Y qué decir de nuestro astronauta, Pedro Duque dirigiendo la Ciencia?

Pedro Sánchez ha liquidado fórmulas anteriores dirigidas al privilegio y al control del partido, como bien nos tenía acostumbrados Mariano Rajoy Brey, que son propias de una concepción de la administración del Estado alejada del interés de los administrados.

Por supuesto, el número de mujeres en el actual Gobierno, ya ha levantado críticas en medios conservadores en cuyo ADN no entra la equiparación de valía entre unos y otras. Con absoluto desprecio hacia el sector mayoritario de la población, la derechona considera un gesto histriónico el gran peso femenino en el Ejecutivo. Son los mismos cafres que no ven extraño que una mujer tenga un salario inferior al de un hombre, o los que no se interesan por actuar contra la violencia de género, o aquellos para quienes las agresiones sexuales o los  abusos tienen en la victima parte de la culpa.

 El Presidente lo ha explicado con palabras sencillas y contundentes: profesionales con experiencia contrastada, altamente cualificados, un equipo intergeneracional que va a modernizar la economía, luchar contra la corrupción, el terrorismo y el crimen organizado, prever los retos del cambio climático, dibujar un futuro sostenible, combatir la desigualdad, trabajar contra la pobreza infantil, atender a los refugiados, recuperar el papel perdido en Europa…

Cuando dijo refiriéndose a su equipo que  “ellos son el mejor reflejo de la sociedad a la que aspiramos a servir”, caí en la cuenta de lo mal que estábamos hasta ahora, del sopor y la indiferencia en que nos habían sumido. El socialista Sánchez abre la puerta de la esperanza. Va a conseguir que nos ilusione el Gobierno.