Dice Mariano Rajoy Brey que lo de Cristina Cifuentes no es tan grave que "Son peores algunas de las cosas que están pasando". Y, por mucho que me pese, tengo que darle la razón, al menos parcialmente. No estoy de acuerdo con nuestro presidente en que no sea grave lo de Cristina Cifuentes, lo es y mucho, y estoy plenamente de acuerdo con él en lo de que son peores algunas de las cosas que están pasando alrededor de este caso. La más grave, pero la que menos me sorprende, es la propia defensa de Rajoy de la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid. 

La gravedad de las palabras del presidente del Gobierno es tremenda. Nos viene a decir el máximo mandatario de nuestro país, que utilizar el poder que confiere un cargo público para conseguir un título universitario, falseando o haciendo falsear documentos oficiales, mintiendo descaradamente en sede parlamentaria y llevándose por delante el prestigio de toda una universidad pública, es peccata minuta. Ni más ni menos.

Cabe pensar que don Mariano Rajoy, que tiene el honor de ser el registrador de la propiedad español que consiguió aprobar las oposiciones más rápido, coincidiendo  con los tiempos en los que su padre era presidente de la audiencia provincial de Pontevedra, está dando a los españoles vía libre para cometer actos delictivos, siempre que no pongan en peligro la sagrada unidad de la patria, por supuesto.

En estos días en los que estamos en plena campaña de la declaración de la Renta, imagínense la repercusión que puede tener semejante licencia para delinquir. No creo que un inspector de hacienda pueda poner pega alguna si algún españolito de a pie necesita presentar una factura falsa, eso sí, siempre que venga acompañada de una fotocopia compulsada de la declaración de Rajoy que exime del cumplimiento de la ley.

La magnánima tolerancia de don Mariano con este tipo de delincuencia, en especial la del abuso de cargo público con el objetivo de obtener beneficios personales, hace pensar si se deberá a la mala conciencia propia, a la amenaza de chantaje o, no seamos mal pensados, a lo abierto de su carácter. En cualquiera de los casos ya saben ustedes: a delinquir, que no es tan grave.