El riesgo estaba anunciado. Y en la sesión de investidura de Isabel Díaz Ayuso como presidenta de Madrid se confirmó. En esta comunidad, el Partido Popular se ha puesto en manos de la ultraderecha. A partir de ahora tendrán que seguir muchas de las directrices de Vox a cuyo respaldo externo deben la Presidencia. Rocío Monasterio, portavoz del partido del tránsfuga Santiago Abascal, dejó escaso margen para la duda.

Las leyes de género vigentes en esta Comunidad pueden tener las semanas contadas, porque “son propias de la izquierda más radical”, en opinión de Monasterio. Algo que conecta directamente con Vox, partido que niega la violencia contra la mujer. Una posición que se visualiza también en las continuas negativas de sus líderes a guardar el minuto de silencio por las víctimas.

Vox tiene otra exigencia de mucho calado, que es el cierre de la cadena pública Telemadrid porque, aseguran, se sienten “insultados a diario”. Pero esta exigencia inicial podría derivar en peticiones para la privatización de la cadena, opción que entra en las preferencias del partido de Pablo Casado sobre lo público.

Pero acaso la petición más sangrante es que el Partido Popular se oponga a la “inmigración ilegal”. Una materia que compete a las comunidades autónomas y en la que Vox lleva tiempo entrando muy a fondo. Por ejemplo, con sus denuncias de los niños extranjeros no acompañados que viven en los centros de acogida en Madrid.

Y para demostrar cuál es el camino que debería seguirse, Rocío Monasterio, que desciende de una acomodada familia cubana, que tuvo que abandonar sus posesiones a causa de la llegada de Fidel Castro, hizo una demostración práctica en el debate de investidura. Atacó con el mejor de sus venenos al diputado de Podemos Serigne Mbayé, oriundo de Senegal y nacionalizado español.

La portavoz del grupo parlamentario de Vox en la Asamblea de Madrid, tuvo la desfachatez de afirmar que no era cuestión de que fuera blanco o negro, “sino que es una persona que entró en nuestro país de forma ilegal, saltándose la cola de entrada por delante de muchos inmigrantes legales que estaban a la espera”. El diputado, respondió que era español, como ella, afirmando: “El racismo no cabe en esta Cámara y no cabe en España”.

La Sra. Monasterio haría bien en morderse la lengua hablando de ilegalidades, pues todavía ronda el recuerdo de sus jaleos firmando diseños de arquitectura de manera poco ortodoxa. En cuanto al diputado, Mbayé relató este domingo en una entrevista su duro viaje a España en patera, la iniciativa para dignificar la vida de los manteros y su convicción de que el único interés de Vox es fomentar el odio. “Estos discursos generan la violencia que vemos en algunas calles”, aseguró.

El tiempo dirá si las elecciones anticipadas en Madrid confirman que se trataba de refrendar la victoria de Isabel Díaz Ayuso y eliminar además al socio molesto y contestón, Ciudadanos, o quedarse en amor y compañía con la ultraderecha de Abascal, el hijo pródigo del PP.