Se hace evidente que el programa que está poniendo en marcha el nuevo Gobierno es un programa progresista, moderno y con la clara voluntad de mejorar el país y mejorar la vida de los españoles. Algo que nos puede parecer inaudito y sorprendente, porque estamos habituados a muchas y grandes canalladas y a muchos indecentes gobernando España. Tres décadas de neoliberalismo (con la excepción del gobierno social de Rodríguez Zapatero) y del atropello que ha llevado a cabo la derecha de las conquistas sociales, han acabado con muchos derechos, han aumentado la pobreza y la desigualdad social, han impulsado las privatizaciones asolando lo público sin ningún escrúpulo, han sometido los distintos ámbitos de derechos sociales (Educación, Sanidad, Pensiones) al abominable reinado del lucro fácil.

Una de las grandes indecencias de los neoliberales que nos ha retrotraído a épocas pasadas es el apoyo descarado a cualquier manifestación de tortura o crueldad para con los animales; y, mientras derogaban ayudas económicas a enfermos, a dependientes, a estudiantes, a parados, a mujeres maltratadas, a pensionistas o a la Ley de Memoria Histórica, han multiplicado la financiación a las corridas de toros, creando hasta vergonzosas cátedras de tauromaquia en universidades, como si torturar o matar fuera un arte o una disciplina académica. Se han hecho cómplices y seguidores acérrimos, a las mil maravillas, del ideario tan secular como falaz que proclama que los animales y la naturaleza están al servicio del hombre. Y así nos va.

La semana pasada leía en un solo día varias noticias de actualidad relacionadas con este tema y, lo confieso, habituada como estoy, como estamos todos en este país, a tanta insensibilidad y a tanta crueldad institucionalizada, hasta me emocioné. Es histórico que por primera vez en España haya un Gobierno que ha creado la primera Dirección General de Protección Animal. Sergio García, el responsable animalista de Podemos, un activista por los derechos de los animales se ha convertido en el primer alto cargo animalista en un Gobierno nacional cuyo trabajo estará dedicado exclusivamente al bienestar animal. Nunca lo hubiera ni soñado.

Este nombramiento va en consonancia con el Pacto de gobierno del PSOE y UP que, en su punto 3.16 contempla que impulsará una Ley de Bienestar Animal, de acuerdo a las directivas europeas, que “garantice una relación respetuosa hacia todos los seres vivos”. En esa misma línea, por otro lado, Pablo Iglesias sigue insistiendo en trascender la barbarie de las corridas de toros, con el apoyo de la decisión ciudadana “para que se sostenga al margen del gobernante de turno”, ha escrito en su propia red social.

Leía también el martes pasado que el Gobierno ha declarado el estado de emergencia climática en España, algo que no sólo supone el reconocimiento de la enorme importancia del cambio climático, sino se apoya también en un plan de acción que en el plazo de cien días tendrá que llevar a las Cortes la Ley de cambio climático; una Ley, no sólo deseable sino necesaria, cuyo objetivo principal será llegar a cero emisiones de CO2 en 2050, además de contemplar y regular aspectos como la electricidad renovable, el control de vertidos de gas invernadero o fomentar la agricultura neutra, sin agrotóxicos que están, entre otras muchas cosas, acabando con los pájaros, con las abejas y envenenando la tierra y el agua del subsuelo. Frente a tanto negacionismo por parte de los que ignoran el bien común y les supeditan a los mezquinos intereses propios (recordemos el escepticismo del primo de Rajoy), tanta consciencia y tanta decencia me conmueven.

Una pregunta tópica y estúpida que nos suelen hacer a los que defendemos a la naturaleza y a los derechos de los animales, y que los de la derecha o los de mentes muy cuadriculadas utilizan para desprestigiar esa defensa es “¿Por qué te centras en los animales y no en las personas?”. Me temo que es una pregunta que proviene de gente que ni se cuestiona los tópicos y que utiliza las neuronas bastante poco. Se podrían exponer mil argumentos al respecto, pero es muy sencilla la respuesta: es lo mismo.

En la misma medida en que se defienden los derechos animales se defienden también los derechos humanos. En la misma medida en que se siente el compromiso por los animales que son torturados, abusados o asesinados, se siente el compromiso por los seres humanos que puedan vivir lo mismo. Se defiende, en esencia, a los seres más vulnerables y desprotegidos, esos que moralmente más merecen ser defendidos. Y se entiende, a pocas luces y a poco corazón que se tenga, que la opresión contra los animales es, en el fondo, la misma opresión que se ejerce contra las personas. Y que la soberbia que algunos muestran contra los animales es la misma soberbia que también son capaces de ejercer contra las personas.

Decía el escritor francés, premio Nobel de Literatura en 1915, Romain Rolland, que para aquellos cuya mente es libre, el sufrimiento de los animales es incluso más intolerable que el sufrimiento de los humanos; en éste al menos se admite que quien lo provoca es un criminal. “Pero miles de animales son inútilmente torturados y sacrificados cada día sin que exista el más mínimo remordimiento. Esto clama venganza contra la especie humana, y si fuera verdad que Dios existe, clama venganza contra Dios”.

Gracias, Gobierno de coalición, por trabajar en acercarnos a un país, a un mundo mejor.

Coral Bravo es Doctora en Filología