Hay crímenes inimaginables que espantan y desconciertan ante la magnitud de los hechos. El miércoles, en La Haya, se sentenció a Radovan Karadzic, expresidente de la República Serbia, en Bosnia, quien hace tres años recurrió la condena impuesta en primera instancia a 40 años de cárcel, por su participación criminal en el asedio de Sarajevo y la matanza de Srebrenica. La Cámara de Apelaciones del extinto TPI, para la antigua Yugoslavia, que cierra los casos todavía pendientes de resolución final, fue el órgano judicial que tomó la decisión. Los jueces, que hicieron pública su decisión fueron más allá de lo que sus colegas habían fallado previamente: Consideraron insuficientes los 40 años de reclusión y dictaminaron cadena perpetua por cinco crímenes de lesa humanidad, cuatro crímenes de guerra y la matanza de Srebrenica. Las madres y mujeres de los 8.000 hombres y niños fusilados en esa ciudad gritaron de alegría y lloraron de alivio por la reparación.    

Entre los cuatro jueces internacionales de esta alta instancia, figura el magistrado español José Ricardo de Prada que, durante varios años, ha alternado los difíciles temas que le corresponden en la Sección II penal de la Audiencia Nacional, con el estudio de este complejo caso. Al juez de Prada nadie se lo ha puesto fácil en este tiempo. Zarandeado por la derecha, como causante de sus males – es coautor de la sentencia sobre la trama Gürtel, que condenó por corrupción al PP como partícipe a título lucrativo - ha tenido que aguantar todo tipo de infundios y ataques de lo peorcito de la caverna mediática, para no contar las agresiones verbales de algunos elementos del PP, como el diputado Carlos Rojas, de méritos poco conocidos y evidente mezquindad, que puso en duda el prestigio del jurista al ser propuesto para vocal del Consejo General del Poder Judicial

Es coautor de la sentencia sobre la trama Gürtel, que condenó por corrupción al PP como partícipe a título lucrativo y ha tenido que aguantar todo tipo de infundios y ataques de lo peorcito de la caverna mediática

En su día, el juez de Prada pidió permiso especial para trabajar con sus colegas de La Haya y después, al concluir, su petición de reingreso en su puesto judicial fue rechazada dejándole en el limbo profesional. El presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, señor Lesmes, sabrá por qué. Tras la histórica sentencia, que pone tanto tiempo después punto final a la guerra de los Balcanes, el magistrado ha declarado no estar por completo satisfecho, porque piensa que más que la cadena perpetua, los horrendos delitos de muerte y desolación de los que es autor Karadzic, deberían haberse considerado genocidio, que es la voluntad atroz de exterminar a un colectivo. Así habría triunfado del todo la verdad, dice. Ahora el magistrado regresa a su Sala y recuperamos al juez que ha llevado otra vez a España a hacer historia contra la impunidad.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com