Difícil situación la de los ciudadanos venezolanos en estos momentos. En lo político, se encuentran entre un presidente electo con actitudes dictatoriales y un autoproclamado “presidente interino”, que cuenta con el apoyo contundente de Donald Trump, el mayor peligro de la humanidad en estos momentos. Tal arrope del gobernante norteamericano ha arrastrado a otros países latinoamericanos y a la OEA. En primera fila, por supuesto, se ha posicionado el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, un ultra que defiende la venta libre de armas para civiles.

Europa, mientras, mira con cautela la situación, poniendo por delante el interés del pueblo venezolano y sus ansias de libertad, y llamando encarecidamente “al inicio inmediato de un proceso político, que lleve a unas elecciones libres y creíbles, de acuerdo con el orden constitucional”.

En España vivimos el ruido habitual de fondo del PP, Pablo Casado en este caso, clamando por que el presidente Pedro Sánchez reconozca a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. Para el líder popular, España debe alinearse junto a las potencias que ya lo han hecho.  También su escudero de Ciudadanos, Albert Rivera, y su partido de referencia, VOX, se han posicionado en este sentido.

Ante tales apremios, contrasta la prudencia del máximo mandatario español, a la espera de lo que vaya sucediendo. Pedro Sánchez ha conversado por teléfono con Guaidó y le ha dicho que unas elecciones serían la salida idónea, aunque no puede adelantarse a reconocerlo, por tener que esperar a la posición común europea. La sensatez de los dirigentes socialistas cuadra con los intentos de mediación de otro socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, quien se ha esforzado durante mucho tiempo en llevar la cordura al gobierno de Maduro.

Las voces de la derecha desafinan tanto y tan alto, que casi se diría desean se llegue a una acción de alto coste para la población, que Estados Unidos ya sugiere veladamente, si el presidente Maduro no se retira. Incluso en las filas del PSOE, se ha escuchado una nota discordante, la del antiguo presidente Felipe González, que esta vez coincide con la derecha pidiendo legitimar a Guaidó. Quizás González haya errado al intervenir.

No nos engañemos. A quienes tanto gritan parece no interesales de verdad el sufrimiento de la gente en Venezuela. Se preocupan, eso sí, por que las grandes empresas interesadas en la explotación de lo que el país ofrece, consigan su objetivo. El dinero manda por encima de lo que haga falta. De ahí las prisas.