Durante algún tiempo, con José María Aznar en la Moncloa, el PP se vanagloriaba de su viraje al centro. Somos reformistas y centristas, repetían los voceros exhortados por el mismísimo Aznar. Viajamos al centro, subrayaba Aznar con notable entusiasmo. Todo fue, en este sentido, una monumental tomadura de pelo. O una exhibición impúdica de sus acostumbrados embustes. Los herederos, más o menos directos de la Dictadura franquista, intentaron en la transición disfrazarse de moderados. Pero no lo eran. No lo han sido nunca. Se les vio pronto el plumero.

Cuando UCD se hundió
Cuando se hundió la UCD de Adolfo Suárez, el PP pasó a ser el partido hegemónico de la derecha. Cuando Aznar nombró a Mariano Rajoy su sucesor, nos vendieron con gran énfasis que era un tipo prudente, flexible y moderado. Nos vendieron gato por liebre. Hemos comprobado en estos años que Rajoy es en términos políticos un derechista radical, que ejerce casi siempre, eso sí, de Poncio Pilatos. Se lava las manos y, en paralelo, permite que sus secuaces organicen sistemáticamente la de Dios es Cristo, que se suban con frecuencia al monte y que la corrupción fluya con aberrante normalidad, como si tal cosa.

Los mejunjes
El contexto internacional, además, tiende a favorecer nítidamente los mejunjes de la derecha digamos clásica o tradicional -como pretende ser el PP- con la extrema derecha. Hace años nadie -ni los expertos ni los analistas políticos- hubiera creído que Italia acabaría en manos de Silvio Berlusconi. Tampoco hubiéramos pensado que los conservadores de países como Holanda o Finlandia, por ejemplo, terminarían gobernando gracias a una alianza con la extrema derecha.

¿Exótica y marginal?
La extrema derecha nos parecía exótica y marginal. También en Francia, aunque Jean-Marie Le Pen ya dio un aviso y tuvieron que ser los socialistas y la izquierda en general la que apoyaran a Jacques Chirac. ¿Haría lo propio ahora la derecha que capitanea Nicolás Sarkozy para cerrar el paso a la extrema derecha? Lo que sí hace Sarkosy es apoderarse de ciertas recetas de Marie Le Pen para atraerse el voto neofascista. En todo caso, la crisis económica mundial fomenta cada vez más el auge de la extrema derecha. En EEUU crece el Tea Party, mientras los republicanos se radicalizan para no quedarse en la cuneta.

Comportamiento básico
En España, la extrema derecha, en el día a día, da la impresión de que es anecdótica e inexistente. Hemos repetido a menudo en ELPLURAL.COM que era inexistente porque había sido acogida en Génova 13. No nos equivocamos. El comportamiento básico del PP está mucho más cerca de la extrema derecha que del centro derecha. Quienes, siendo demócratas, pasen de las elecciones que se nos vienen encima –las del 22 de mayo y las de marzo de 2012-, que no se quejen luego. El PP es la extrema derecha. No lo decimos nosotros. Lo dicen la mayoría de sus simpatizantes, militantes y votantes.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM