Permítanme una analogía: En España se utiliza el hipocorístico de Pepe para los Josés y, aunque no está del todo contrastado, la documentación y tradición arguye que se debe al término latino con el que se refieren al santo esposo de la Virgen María, José de Nazaret, como “pater putativus” de Jesús. De ser esto cierto no demostraría más que, desde que Roma marcó los dictámenes del cristianismo y el emperador Constantino adoptó esta religión como la oficial del Imperio, el marcado sesgo machista y patriarcal del catolicismo necesitó legitimar la “honra” y “virginidad” de María, teológicamente consagrada, con una figura masculina de autoridad. Es curioso que el Partido Popular, el “PePe”, haya necesitado también acudir, aunque soterradamente, a su figura de autoridad patriarcal, a “Pepe María Aznar”, para que no cometiesen el dislate de hacer presidente del partido a una mujer, aunque fuese más eficiente y libre de sospechas de masters digitales de dudosa convalidación, como es la ya vencida Soraya Sáenz de Santamaría.

Pablo Casado es el nuevo presidente del PP al haber obtenido el voto del 57 por ciento de los compromisarios populares frente a los que ha logrado la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, la otra candidata que aspiraba a suceder a Mariano Rajoy. En su discurso ya investido como tal, asegura que “no ha perdido nadie, que ha ganado el PP” pero, ¿qué PP ha ganado este congreso?. La respuesta es evidente: el PP del infausto José María Aznar, cuya sombra ha sobrevolado toda la campaña de primarias y cuyo discurso calca el joven, aunque sobradamente avejentado en sus propuestas, Casado. Un PP reconvertido, de nuevo, en el Partido Patriarcal, un partido reaccionario, anclado en los atavismos de la derecha más rancia, que coquetea con el franquismo misógino y homófobo de VOX, partido de ultraderecha que ha apoyado abiertamente la candidatura ganadora, de la Conferencia Episcopal y de la Caverna mediática.

Resulta curioso que esa “campaña limpia” que ha agradecido Casado a su contrincante en el proceso haya estado tintada por un video de evidente procedencia, por mucho que el mismo Casado lo negase, pues era a él a quien beneficiaba. Un video en el que se acusaba, tal vez con razón pero con muy mal estilo, a Sáenz de Santamaría de rodearse de las viejas glorias del partido. Por contraposición, el discurso y la regeneración que pretende el joven Casado es una vuelta a un partido del “Pater Putativus Aznar” que, en muchos aspectos, tiene más que ver con planteamientos anteriores a la democracia que a los de un chico que aún no ha cumplido cuarenta años. Por otra parte, Casado es rehén de su propia biografía. Haber sido descubierto por Esperanza Aguirre, artífice de los fichajes de “talentos” más calamitosos y corruptos del Partido Popular, y de haber convertido la charca de la agrupación política en un reptilario de sapos y otras alimañas ahora reubicadas en varias prisiones, no parece la garantía de limpieza más adecuada. De la mano de la “lideresa” fue tomado por Aznar, que tampoco parece un ejemplo de modernidad en el centroderecha europeo y mundial, por mucho que él se siga considerando el inventor del “nuevo Liberalismo” y, a ratos, reencarnación de Carlos I de España y V de Alemania, después de la boda imperial de su hija en el Escorial, la foto de las Azores, etc, etc…Si a esto le añadimos que, aún no sabemos por dónde saldrá el tema de su dichoso máster, que por mucho que diga dieciocho asignaturas convalidadas de veintidós, son muchas convalidaciones, ya empezamos a la pata coja y con la mochila de la carcundia del partido a la espalda. Menuda regeneración…

Esta es la prosa descriptiva de la resulta final del congreso del PP y su nuevo presidente. Debajo de todo, la falacia de llamar “aparato” a Soraya, cuando se quería expiar en ella la política de Rajoy frente a la de Aznar, Barbazul de sus hijos, más que generoso protector aglutinante. Si nos ponemos estrictos, aparatos eran todos pero, hay parentelas más peligrosas que otras dentro de las familias de los partidos políticos. No se nos escape tampoco que, elegir a una mujer, no masculinizada en sus maneras y vicios como Esperanza Aguirre, o la despechada María Dolores de Cospedal que se quedó en la primera vuelta y por eso se entregó a torpedear a su congénere, era más que lo que este partido, patriarcal, conservador, y que no está dispuesto a resituarse en el centroderecha democrático y moderno del mundo, estaba dispuesto a tolerar. En el pecado llevan la penitencia y veremos, quien convalida esto…