“Baste con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera”. He aquí, que la certera visión de Jean Paul Sartre, exponente del existencialismo y del marxismo humanista, sigue vigente hoy para infortunio de todos.

Algo reaparece en Europa, y no precisamente bueno para la democracia, ni para los ciudadanos. El pasado sábado en Italia, que se encuentra en puertas de unas elecciones generales, un joven de 28 años, candidato del ultraderechista del partido de la Liga Norte, disparó desde su coche contra varios inmigrantes africanos que paseaban apaciblemente. Después, reivindicó sus intenciones con un saludo fascista.

Cinco hombres y una mujer sufrieron las heridas del odio al diferente. Un odio que el socialdemócrata primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, advirtió, será perseguido duramente por el Estado. Sin embargo, las encuestas predicen que los partidos de extrema derecha, que no respetan al ser humano, tienen tirón entre los electores.

Apenas un día antes, en la localidad alemana de Cottbus, miles de personas se manifestaban contra el odio y la intolerancia junto con refugiados que se encuentran acogidos en esa ciudad, como ocurre en España ante la indiferencia del Gobierno del PP.

“Baste con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera”

A la vez, tenía lugar una marcha de signo contrario, nutrida por dos millares de ultraderechistas, oponiéndose a quienes llegan pidiendo asilo, a los que llaman “delincuentes extranjeros”. Nutrían tal concentración elementos pro nazis, del talante del grupo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) y del partido Alternativa para Alemania (AfD).

En Polonia, entre tanto, el líder de Ley y Justicia, formación de ideología cristiana extremadamente conservadora, el presidente Jaroslaw Kaczynski, ha auspiciado una norma que prevé prisión para quien relacione su país con los campos de exterminio de judíos a manos de nazis, negando así el papel polaco en la negra página de la historia de la Humanidad.

Si el año 2017 se describió como el que vería el auge de la extrema derecha, en palabras de la entonces candidata francesa Marine Le Pen, tal previsión se cumplió con creces. Hemos visto como los nacionalismos de carácter fascista y anti europeísta han ganado terreno pisoteando la tolerancia y la solidaridad.

Mientras, en el Mediterráneo sigue ahogando los sueños de miles de personas que huyen de un presente de desolación y muerte, buscando un futuro para sus familias. En lo que va de año han dejado la vida en aquellas aguas unos 200 seres humanos. Urge plantar cara a ese odio desmesurado, frenar a quienes lo propugnan, gritar ¡ya basta! a los voceros de tales barbaridades, y arropar a todos aquellos que llegan a nosotros rogando ayuda.

Lo contrario solo nos lleva a la destrucción.