Si no logramos aprender de la experiencia de los árabes en estos últimos diez años, dentro de treinta años una de cada cuatro personas que viven en esa región lo hará en una zona de conflicto. Ésta fue la conclusión a la que llegó PNUD el año pasado y es una lección que, en particular, las mujeres de la región no pueden permitirse el lujo de ignorar.

Desde la guerra civil, pasando por la ocupación y la inestabilidad, la región árabe ya sufre un nivel de violencia muy desproporcionado. La guerra y la falta de estabilidad representan las mayores amenazas para su desarrollo y el avance de los derechos de la mujer en particular.

El conflicto destruye la vida y el bienestar de los pueblos, las instituciones y las infraestructuras imprescindibles para mejorar su situación y, tal como podemos ver en tantas zonas dentro de estos países, el caos que surge del conflicto crea oportunidades que pueden aprovechar diferentes grupos para hacer retroceder todo el progreso que las mujeres han conseguido en la sociedad.

Guerra e inestabilidad, as mayores amenazas para el avance de los derechos de la mujer

Es imposible conseguir un desarrollo duradero en tiempos de guerra. La falta de certeza, la indignidad de una vida bajo el miedo, la brutalidad de la violencia cotidiana: todo esto significa que el progreso que no puede ser duradero no es sostenible. Las mayores amenazas a las que hacen frente actualmente en Oriente Próximo y África –las hambrunas en Yemen, Sudán del Sur, Somalia y Nigeria– tienen sus raíces directamente en los conflictos.

La guerra también margina a las mujeres o las aparta completamente de los procesos políticos y diplomáticos. En 31 procesos de paz entre 1992 y 2011, tan sólo el 2 por cien de los mediadores principales y el 9 por cien de los negociadores que participaron fueron mujeres. Todo acuerdo de paz debe reconocer que, a pesar de la mayor probabilidad de los hombres de morir en combate, son muchas más las mujeres que son asesinadas y heridas por los efectos indirectos de los conflictos. La falta de comprensión de este fenómeno es la causa del sufrimiento de muchas mujeres, incluso después de declararse la paz.

Cuando las mujeres son excluidas de los procesos de paz, es demasiado fácil seguir haciéndoles caso omiso durante el proceso político que viene después. Tan sólo el 18 por cien de los legisladores del mundo árabe son mujeres. Ya vivimos una situación precaria. No podemos permitir que se siga marginando a las mujeres de esta forma.

En 30 años, una de cada cuatro personas vivirán en una zona de conflicto

Hay muchas actuaciones que podemos llevar a cabo para que la paz y la seguridad sean nuestra prioridad, y hay algo que debo pedir a los ciudadanos y votantes de la Unión Europea.

La inmensa militarización del mundo árabe ha contribuido muy poco a aumentar la seguridad de las poblaciones. Incluso ha aumentado la inestabilidad. El gasto militar de los Estados árabes es un 65 por cien mayor que la media internacional. Por cada dólar que el gobierno de Sudán invierte en su sistema de Salud, gasta otros 70 en Defensa. Armas fabricadas en la UE y compradas por EEUU han acabado en manos de ISIS.

Éste es un tema que ya nos planteamos en la región donde se toman las decisiones, pero es además una cuestión que pedimos se planteen aquí, porque son primordialmente los países occidentales los que están suministrando el tráfico internacional de armas.

Les pido que pregunten a sus gobiernos: ¿Se está priorizando el beneficio económico por encima de la paz?

Hibaaq Osman ha sido ponente del Foro Internacional del 10º Aniversario de Casa Árabe