Tituló José Amestoy en una columna de opinión para Diario16, del día 12 de diciembre pasado, recién perdidas las Elecciones Autonómicas de Andalucía por Susana Díaz, que es necesaria la unión de las izquierdas. Es necesaria la unión de las izquierdas, es necesaria la unión de partidos políticos, organizaciones sociales, ciudadanos que aspiren a la democracia, a la estabilidad política y social, al respeto a los Derechos Humanos, a la paz y al progreso. Puede parecer una frase simple y un concepto sobreentendido, pero no es así. Es una frase llena de contenido y absolutamente urgente en un país en el que la extrema derecha ya ha entrado en las instituciones a través de Andalucía, y está avanzando a pasos agigantados.

Todo indica que la gestión y la indefinición política de Susana Díaz llevó al descontento a una parte importante de los votantes andaluces de izquierdas, lo que ha puesto en bandeja de plata la victoria a la derecha de la derecha. Y es que, como hemos oído todos alguna vez, Díaz se asemeja mucho más a una “señora de derechas” que a una mujer comprometida con el progreso. Por eso difícilmente ha podido ni podrá erigirse en ese “dique de contención de la extrema derecha” del que a veces habla en vistas a permanecer en la oposición y mantenerse en el sillón del poder. Difícilmente podrá contener una ideología de la que parece formar parte ella misma.

El asunto Errejón, quien ha ocasionado con su alianza con Carmena y Más Madrid, la crisis más importante de Podemos desde su nacimiento, es otra brecha más de desunión de la izquierda que, especialmente en estos momentos, no nos podemos permitir. Y es que parece que, una vez más, la izquierda ha cedido a rencillas, intereses personales, arribismos, diferencias, y se muestra, quizás, más dispersa y dividida que nunca. Pero el viejo tópico según el cual la derecha se alía en una piña porque es dogmática y monolítica y la izquierda se desune porque es intelectual y piensa, ya no sirve. Precisamente porque la izquierda se mueve entre ideologías e inquietudes humanistas debería mostrar mucha más inteligencia, y, aunque sólo fuera en una cosa, tomar como ejemplo a la derecha: hay momentos y circunstancias en las que la unión es condición indispensable. Ahora es uno de esos momentos. En vistas a las próximas Elecciones de mayo es imperdonable mostrar la más mínima desunión y el más mínimo desacuerdo.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han sido ejemplo de que el diálogo y los acuerdos son posibles en la izquierda. Se trata de centrarse no en las diferencias, sino en los objetivos comunes, que en los ámbitos progresistas no son y no deben ser otros que la defensa de los Derechos Humanos, los derechos colectivos, el progreso y la justicia social. Y mucho más en una situación disparatada y muy peligrosa en la que están recuperando el poder esos sectores que representan la España más negra, más inmoral y más despreciable.

2019 es un año electoral que, casi con toda seguridad, marcará un mapa político diferente en España. Las elecciones autonómicas, municipales y europeas se van a celebrar en mayo. Y ello en un ambiente marcado por la unión de la derecha en su alianza con la extrema derecha. En sus agendas electorales incluyen numerosos puntos relacionados con su visión totalitaria, insolidaria y cruel del mundo y de la vida. Cosas como incluir “españolidad” en el currículo educativo, fomentar el toreo y, por tanto, la barbarie y la crueldad, crear un “ministerio de la familia”, para retroceder a esquemas arcaicos basados en la represión y el machismo; en el contexto de un auge de los fundamentalismos que va unido, inevitablemente, al aumento de la intolerancia, de la injusticia, de la violencia y de los micro y macrofascismos. El panorama, en verdad, da miedo.

Es por eso que el camino de la izquierda no puede ser otro que la unión. Es por eso también que ninguna ambición, ningún enfrentamiento personal, ningún arribismo, ninguna lucha interna deberían imponerse al primer objetivo que ahora tienen los partidos políticos progresistas, que es no permitir avanzar a la extrema derecha. Necesitamos a una izquierda fortalecida, con las ideas y los objetivos claros, entusiasta, esperanzada, que deje en evidencia el populismo y la falsa propaganda de los neoliberales; necesitamos una izquierda unida, segura de sí misma, que movilice a los sectores más comprometidos de la sociedad y, puesto que el analfabetismo político embarga a una parte importante de la población, que no permita que los votantes progresistas se queden en casa.