Con una cierta vocación de provocador, Felipe González se empeña en seguir ese camino. El que fue presidente socialista del Gobierno de España parece que se ha empeñado en recorrerlo en un momento en el que la crispación está a flor de piel, en que la oposición está siendo desleal con el Ejecutivo de Pedro Sánchez cuando ha dado un paso adelante para solucionar el conflicto catalán con una mesa de diálogo.

Felipe González y José María Aznar participaron el jueves en el congreso de la Sociedad Civil, convocado bajo el lema “Repensar España: una aportación de la sociedad civil.” Una plataforma que optó por echar gasolina al fuego en su primer plenario. Ambos compartieron tribuna en un momento en que Aznar maneja los hilos de la irresponsable oposición. Por eso fue decepcionante ver al que fue líder indiscutible de la izquierda en este país ofreciendo una imagen de camaradería presidencial con quien alienta los pasos del presidente del PP, Pablo Casado, que tampoco hace ascos a otros alumno aventajado de Aznar, Santiago Abascal.

Ya no está Albert Rivera, pero su sucesora -de momento- Inés Arrimadas, puede llevar a Ciudadanos a la irrelevancia, hasta el punto que todo hace prever una absorción del partido naranja, que acabaría engrosando las bases de los populares.

En este momento, después de los repetidos fracasos del Gobierno de Mariano Rajoy Brey, y cuando Pedro Sánchez intenta otras alternativas, no parece el momento más oportuno para marcar distancias de ese proyecto aunque hay comenzado, ciertamente, con un diálogo plano.

Justo cuando se rectifica el rumbo, ¿es una buena idea que dos expresidentes escenifiquen la España que utiliza el discurso de un replanteamiento territorial en profundidad? Más bien suena a provocación. Diálogo no es rendición, como pretenden hacernos creer Aznar y sus acólitos. González, que lleva un tiempo haciendo gestos de rechazo a lo que hace el nuevo PSOE, al comparecer junto con Aznar, ambos dibujaron un esbozo de frente contra Pedro Sánchez. Felipe González, que tenía todo a su favor para pasar a la historia como el estadista que transformó este país de arriba abajo, corre el riesgo de que se olvide su brillante pasado.

Qué diferencia con el criticado expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que está dando importantes muestras de lealtad y de sentido de Estado. Lo demuestra también en relación al Gobierno de Venezuela, la gran obsesión de la derecha, con quien intenta mediar sin tensar la cuerda en exceso. Lo difícil es sentarse a encontrar puntos de encuentro con quienes piensan distinto. De eso se trata.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com