Los estorninos, que son los Carlos Latre de los pájaros, en los pueblos solo cantan como estorninos o, a lo sumo, como mirlos. Sus congéneres urbanícolas, en cambio, llevan en la voz una ronquera de diésel o te reproducen una sirena de ambulancia en los árboles del parque. Y eso, claro, les sobresalta el marcapasos a los pensionistas, que se miran entre sí, temblándoles el último rey de copas en los dedos, por ver quién de ellos va a abandonar la brisca para siempre.

Viene esto a cuento porque Pablo Casado es el estornino del PP, después de haberse cargado a las últimas gaviotas de Rajoy (Soraya et alii). Solo que, queriendo imitar a Aznar, al chavalote le salen las calumnias con espumarajos de Rafael Hernando, aunque hay que reconocerle que va progresando mucho en imitar los graznidos de Queipo de Llano, esa vicetiple con uniforme de general que hizo de radio Sevilla su tablao flamenco de odio, sangre y pistolas.

El canto, el motete, el benedictus, el piopío del estornino del PP estuvo colosal el otro día en el Congreso. Impecable. Admitámoslo, como siga así, terminará por eclipsar al gran arrabalero yanqui. “Golpista” le piropeó a Pedro Sánchez, y después ahuyentó de un púdico soplidito el humo chulángano del revólver, fuuuu. El presidente del Gobierno le exigió que se retractase, pero él, con la jactancia bulléndole de gustirrinín en el escaño, solo le ofreció una sonrisa de gato de Cheshire. La cúpula gallonada y engallada del PP lanzaba grititos preorgásmicos en las redes sociales. Onomatopeyas casi idénticas a las que, al día siguiente, repetiría la prensa rosa del Antiguo Régimen. A mí me gustaron mucho, porque esta vez casi se le entendía a Maruhenda.

Casado, más que un Demóstenes de todo a cien, es un contrarreformista de barba escurialense, golilla topicaza y jubón habsburgo y negro que, tras ganar por seis mentiras a dos a Sáenz de Santamaría en el concilio de Trento del PP, anunció que él no era de derechas. Y aquella vez no engañó. Casado está plus ultra. Su ideología es franquismo recalentado al baño María. Ahora bien, debería tener presente que, después de más de cuarenta años sin refrigeración y sin el más mínimo control sanitario, la mojama del Caudillo puede encontrarse en mal estado. Yo que el aznarable me andaría con ojo, que la salmonelosis o lo que provoque la carne podrida mata. Y hasta amotina al personal. ¿Ha visto El acorazado Potemkin, señor Casado? No se preocupe, que yo le resumo el argumento: el PP retrocede en intención de voto, según el CIS, porque muchos españoles están hartos de su política agusanada como las costillas que mordisqueaban los marineros del Potemkin. De eso trata la peli de Eisenstein. Y es posible que el PP, de insistir en el guerracivilismo parlamentario, siga perdiendo votos a favor de Cs, de los delfines y hasta de los activistas del teorema de Pitágoras.

Uno de los problemas del PP es que no sabe hacer oposición, sino malamente pedrofagia. No conoce otro estilo de política. Bueno, sí, este y el liberticidio y la cleptocracia, que los populares sí que dieron un golpe de Estado en toda regla. ¿Se acuerda, señor Casado? “Se sienten, coño”, les gritaron ustedes a los españoles con la ley mordaza. “¡Saquen todo lo que tengan en las carteras!”, vociferaba Rato con el enérgico cepillo de misa en una mano y un revólver black en la otra.

Y ahora, de remate, Cospedal. ¿Que tampoco se ha enterado? Claro, por eso enmudeció usted a cal y canto cuando le preguntaron anteayer. Bueno, pues parece ser, resulta, dicen que la exsecretaria general de su partido se reunió a cencerros tapados con Villarejo, ese inspector Gadget de boina canora, para que le pasara información, catálogos, folletos, bibliografía con pedigrí sobre el caso Gürtel y los papeles de Bárcenas. Que Cospedal estaba incluso más interesada en las investigaciones policiales que en los consejos fashion de Marie Claire.

Otro día le cuento quién es el misterioso M. Rajoy, que Chicote acaba de llamar diciéndome que ya va para Génova, 13 con el cámara de “¿Te lo vas a comer?” a averiguar cuántos chorizos y gürteles de pata negra guardan aún en la despensa, entre las alubias, las bolsitas de tea party, los ajos y el estramonio, cuyas semillas ingerían las brujas para subirse a sus escobas de luna llena, y que quizá sean con lo que Casado ilustre el café. Solo así se explican sus constantes reescrituras de la realidad. No me extrañaría que el siguiente hit del estornino fuera Goebbles. Cierren los ojos. ¿Lo oyen? Ya llega. Eine Lüge muss nur oft genug wiederholt werden, etc.