¿Qué? Necesitamos un congreso abierto, sin líderes precocinados, sin miradas atrás, devolviendo todo el poder a los militantes que serán quienes decidan, como una oleada de viento. Donde nadie, por muy dirigente que se sea, tenga un voto más que el último de los afiliados. Así es como se gestan los liderazgos, así es como se encuentra la solución.

¿Quiénes? Yo apuesto –y el mío es solo un voto-, por una nueva generación de jóvenes de todas las edades. El PSOE es como un iceberg, sólo se ve en los medios una pequeña parte, pero sumergidos, trabajando en las agrupaciones, en los foros, en sus casas, oficinas y universidades, numerosos militantes, (más) preparados, capaces de tomar el relevo y dispuestos a hacerlo.

¿Cómo? Votando en libertad, los afiliados, los militantes, en un debate abierto, eligiendo a aquellos ciudadanos más idóneos política e intelectualmente; poniendo a los mejores, a los que elijamos, sin presiones, sin extraños movimientos de ningún aparato, empezando de cero, devolviendo la fuerza donde reside: la gente.

¿Por qué? Porque no han ganado los conservadores -quienes mantienen prácticamente el mismo número de votos si tenemos en cuenta el aumento del censo-, sino que el PSOE ha perdido cuatro millones de votos (se dice pronto), desde los 11,3 millones de sufragios de 2008 a los 7 millones de apoyos de 2011. Por lo tanto, si el problema hemos sido nosotros, la solución somos nosotros: los socialistas. Nos ha dado la espalda una parte sustancial del electorado, nos están diciendo, nos están pidiendo una profunda renovación hasta las trancas.

¿Para qué? Para elaborar un proyecto nuevo, sin ocurrencias, sin fáciles y engañosos análisis cartesianos –más a la izquierda, menos a la izquierda-, sino a partir de una reflexión más sofisticada. Por encima de todo, los socialistas debemos iniciar un debate sobre la modernización de España, la generación de internet, las nuevas tecnologías de la información y comunicación, el emprendimiento, la creación, el arte y la innovación. De la misma manera que el PSOE tiene a muchísimos valores ocultos bajo el fondo marino del iceberg, la sociedad española tampoco permite hacer prosperar a numerosos creadores, innovadores, emprendedores. Es tiempo de salir adelante.

¿Dónde? En las agrupaciones, en los centros de trabajo, en las instituciones donde estemos. Allí pondremos pie en pared a una derecha que, según se advierte en las comunidades autónomas donde gobierna, pretende liquidar el estado del bienestar. Aquellos que salen dando la cara en los medios de comunicación defendiendo el proyecto socialista, aquellos que ponen la cara para que se la partan defendiendo al PSOE en su puesto de trabajo, aquellos que mantienen erguida la bandera socialdemócrata en las agrupaciones o en la calle, no pueden ser enmendados por aquellos otros que sabemos de qué viven, pero no sabemos qué hacen exactamente en las instituciones.

¿Con quién? Con todos los ciudadanos a los que el lenguaje rancio, las ocurrencias de última hora o la usurpación de cargos, les convierte (con razón) en sordos. A esos ciudadanos, que son al menos doce millones y que el domingo no fueron a votar, que desean una España moderna, emprendedora, conectada, que crea en la libertad individual y colectiva, y, para ello, apueste por políticas de igualdad activas.

Nadie es propietario del futuro de este partido. Somos un iceberg del que ha de emerger a la superficie una gran masa de ciudadanos, militantes o no, que quieren cambiar participando, votando, sin ataduras, capaces de aportar un enorme valor añadido, para entender mejor una sociedad más moderna que desea ser aún mucho más moderna.

Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y secretario de Economía, Comercio y Turismo del PSM-PSOE
www.antoniomiguelcarmona.wordpress.com