No sé de nadie que haya visitado NY pensando en la importancia de la comarca en la qué se encuentra (el estado de Nueva York), de hecho NY no es ni la capital de su estado federado, la cual es Albany. Porque la ciudad de Nueva York se encuentra en un plan y en un debate muy superior que no lo del espacio que ocupa, es una ciudad de influencia global que participa del debate planetario. De hecho Nueva York se casi ya una cultura que ha trascendido la misma ciudad.

Muy diferente en cambio de Barcelona donde el debate ciudadano sobre la ciudad de Barcelona cada día interesa menos. La ciudad, como entidad política propia capaz de generar progreso por sí misma se encuentra en grave situación de riesgo.

El qué pasa o deja de pasar en Barcelona cada vez interesa menos a los barceloneses, y esto es grave, pero más grave es que ni tan sólo interese a la alcaldesa, a quien sí le quita el sueño la situación de Cataluña pero no de la ciudad que ella supuestamente lidera.

En el diseño de políticas públicas hay un axioma que ha llevado muchos éxitos en Barcelona y que ahora se encuentra amenazado: aquello de "piensa globalmente y actúa localmente" se está desvaneciendo por uno "piensa comarcalmente y actúa nacionalmente".

Si tomamos conciencia de que Barcelona es la capital del Barcelonès, una de las 42 comarcas catalanas, las cuales todas ellas andan al unísono hacia la construcción nacional de un estado donde  habrá helado de postre cada día, entonces, ya hemos perdido no sólo el MWC, sino todo aquello que nos hacía una ciudad global: los estudiantes de Erasmus, los congresos de médicos, las conexiones directas del Prat con los EE.UU. y Asia, etc.

Barcelona, ahora ya es un hecho, está haciendo una apuesta seria de ser la gran capital del Barcelonès, una verdadera apuesta ganadora puesto que, efectivamente no tiene rival en esta materia. Mientras, Núria Marín desde l'Hospitalet de Llobregat, está mirando su ciudad con grande angular, y poco a poco va dibujando un tipo de Brooklyn, donde cultura, clases populares y urbanismo de calidad conviven.

¿El MWC aterrizó en Barcelona gracias a la marca España? Claramente no. ¿El MWC aterrizó en Barcelona gracias a la promoción nacionalista exterior del Diplocat? Claramente tampoco. Entonces, ¿Por qué nuestra alcaldesa mezcla aquello que es propio de Barcelona y sólo de Barcelona con otros elementos del debate político territorial ajenos a la ciudad?

El compromiso con los independentistas del gobierno de la ciudad está poniendo en riesgo Barcelona, y la gente votó Colau por muchas cosas, pero por eso seguro que no. En mayo de 2015 ERC ya tenía un candidato bastante hiperventilado en materia indepe.

Colau ha cambiado las solidaridades del 15M por las del 1-O. Y mientras el movimiento del 15M era global y trascendió fronteras, desde el Ocupy Wall Street a la Nuit Debout parisiense, el 1-O es un movimiento nacional al que no se le reconoce ninguna solidaridad internacional, salvo la de la extrema derecha europea y 20 activistas de la izquierda suiza que se han solidarizado con Anna Gabriel este fin de semana y que Tv3 cubrió con enviado especial y todo.

Y mientras tanto, el debate Barcelona cada vez es más exiguo, cada vez son menos los que piensan como dicen los sociólogos: «glocalmente». Y esto lo podemos pagar mucho y muy caro, con paro, decrecimiento, ostracismo global, olvido, recesión. Y de hecho ya lo estamos pagando. Personalmente ya doy el MWC por perdido. Tienen que cambiar mucho las cosas para recuperar fuelle.

Es cierto que hay prófugos de la justicia y encarcelados que apenas hace unos meses tenían responsabilidades al país. Pero Barcelona es una ciudad que no se puede parar por este hecho. Ya lo decía en Freddie Mercury:  The show must go on.