La jornada de inauguración de los Juegos Mediterráneos pasó con cierta tranquilidad, a pesar de lo que auguraba la derechona. Había anticipado vejaciones y malos modos horas antes de que los deportistas hubieran desayunado. Y una vez más, Pedro Sánchez, demostró su habilidad.

Las  cavilaciones de Quim Torra, “no voy”, “voy” , “ahora sí”, “ahora no” nos entretuvieron la víspera. El president de la Generalitat fue a Berlín a consultar a Puigdemont porque entre su gente había división de opiniones. Lo que no tenía vuelta de hoja era la renuncia del presidente de la Generalitat a la vicepresidencia de honor de la Fundación Princesa de Girona. Y así fue.

El presidente Pedro Sanchez y el conciliador alcalde socialista de Tarragona, José Félix Ballesteros, trabajaron a fondo en favor de la concordia deportiva. La Moncloa, con la participación relevante de la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, influyó muy positivamente al destacar que lo fundamental era normalizar las relaciones entre ambos Gobiernos. Tarea en la que reclama que la Generalitat ponga de su parte. A juicio de la Moncloa, ningunear al Rey en la apertura de los Juegos Mediterráneos con la ausencia de Quim Torra, podría interpretarse en clave de que el presidente de la Generalitat no estaría representando a la totalidad del sentir de Cataluña.

 Lo fundamental era normalizar las relaciones entre ambos Gobiernos

Finalmente, Quim Torra participó en la sesión inaugural a la que llegó cargado con un álbum de fotos de la jornada de votación del 1 de Octubre. Había advertido que no se haría fotos con Felipe VI, pero ahí están para la posteridad las imágenes entregándole el álbum a un monarca sonriente y, más tarde, en el palco con Pedro Sánchez que se sentó entre los dos, como valedor tanto de uno como del otro.

Según las imágenes que se han podido ver, los semblantes muy serios se distendieron con el paso de los minutos. Hubo pitos y aplausos para ambas partes, hubo acordes de Els Segadors y de la Marcha Real, banderas españolas, señeras y también esteladas. Mucho asistentes lucieron lazos amarillos en recuerdo de los presos y alguna pancarta. De todo un poco.

Fue divertido el conato de baile que se marcó  Pedro Sánchez cuando actuó el cantautor Antonio Orozco, y la sombra de sospecha de que su colega catalán, Quim Torra, también se movía con ritmo en su asiento. La música favorece el buen rollo. Amén.