Cada vez somos más los que reciclamos. Por eso es importante que, además de seguir intentando convencer al vecino, al compañero de trabajo o al cuñado que dice que no, que él no recicla porque luego lo mezclan todo (mentira) es hora ya de que vayamos pasando a una segunda fase: la de la eficiencia. La de hacerlo entre todos un poco mejor para mejorar así los resultados de nuestro esfuerzo.

Una de las tareas en la que podemos mejorar es la de reducir el volumen de los envases vacíos, algo que los técnicos de medio ambiente denominan minimización.

Aplicado a la recogida selectiva de los envases vacíos, el término minimizar hace referencia a la acción de reducir su volumen extrayendo el aire del interior, ya sea chafando las botellas de PET de agua mineral, doblando las cajas de cartón, compactando las latas de aluminio o plegando los brics o tetrabrics.

Al minimizar los envases y depositarlos en su contenedor correspondiente logramos llenarlo con más material y menos aire, de manera que mejoramos notablemente la eficiencia del sistema. Un aspecto que resulta de especial importancia en el caso del contenedor amarillo.

Para entender mejor de lo que estamos hablando vamos a escoger el ejemplo del tetrabric. Las oportunidades de minimización que ofrece este envase son muchas, tantas como la imaginación nos brinde, sin embargo, una de las más cómodas, rápidas y sencillas es la de convertirlos en un sobre antes de echarlos al amarillo. Algo que por otro lado no puede ser más fácil.

Basta con prensarlo por su superficie más amplia (la cara rectangular) mientras separamos las pestañas inferiores y superiores que le dan forma. Lo que estamos buscando con ello es extraer el aire de su interior, aunque ojo porque también pueden salir restos del líquido que contenía, por eso conviene hacerlo en la pica de la cocina.

En el caso de que sea un bric con tapón lo que debemos hacer previamente es desenroscarlo para que pueda salir el aire, de lo contrario no lo lograremos prensar ni a la de tres.

Si lo volvemos a enroscar una vez prensado provocaremos el vacío por lo que ya no recuperará su volumen anterior. Si se trata de un bric alargado y cuadrangular, de los que tienen la base plana, bastará con que la doblemos hacia uno de los lados.

Algo parecido podemos hacer con la botella de PET, cuyo especial diseño la hace fácil de compactar, con la lata de aluminio, que también se puede prensar cómodamente presionando las paredes (eso sí: con mucho cuidado de no pellizcarse) o con las cajas de cartón, que cederán al instante si las presionamos por las esquinas.

Es incómodo, es cierto, pero de este modo lograremos reducir el volumen de los envases en nuestro cubo de reciclaje, por lo que evitaremos hacer más viajes al contenedor, y cuando los depositemos en su interior mejoraremos el balance ambiental del transporte hasta la planta de selección, pues transportará más materiales y menos aire, ganando en eficiencia.