No ganamos para sobresaltos. Acostumbrados en la época Rajoy a una vida gris y tediosa, en la que los continuos escándalos de corrupción que afectaban a su formación animaban el cotarro, pero de tan continuados aburrían. Lo de ahora es como una montaña rusa. Desde que se hizo pública la sentencia condenando al Partido Popular en el caso Gürtel, el triunfo de la moción de censura y la llegada del PSOE al Gobierno, los días se suceden con el interés del “qué va a pasar”.

Este miércoles 13, los acontecimientos cubrieron con creces todas las expectativas de asombro. Por una parte, supimos que los 630 migrantes a la deriva, rechazados por el gobierno italiano actual – que no por Italia-, se dirigían definitivamente a nuestra costa valenciana y en condiciones seguras, lo que fue un alivio. Eso sí, el ultraderechista ministro italiano de Interior Matteo Salvini, fiel a su línea xenófoba e insolidaria, reclamó a la Unión Europea un endurecimiento en la política migratoria.  

Gracias a nuestro ministro de Exteriores, Josep Borrell, que puso las cosas en su sitio. Así de contundente se ha expresado: “Europa hace la política del avestruz con el problema migratorio (…) Si no somos capaces de tomar las fronteras exteriores como una frontera común, el espacio Schengen se va a derrumbar”. Por cierto, que en cuanto a estos migrantes, hay que aplaudir al ministro de Interior que ha dado orden de eliminar las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla, las cuchillas inhumanas que lesionaban la carne de quienes intentaban buscar una vida mejor, y herían nuestras conciencias.

El siguiente asunto relativo a la forma de gobernar tuvo que ver con la publicación de unas sentencias que afectaban al flamante recién nombrado ministro de Cultura y Deporte, Máxim Huerta, en la que se le sancionaba por no haber declarado sus ingresos correctamente hace unos años. El ministro dimitió como era debido y el Ejecutivo nombró a su sucesor. Sánchez obró correctamente zanjando la situación sin paliativos.

Pero la mayor zozobra nos vino del fútbol.  Toda España vivió con el corazón en un puño el anuncio del Real Madrid de que había contratado al seleccionador nacional Julen Lopetegui y la reacción airada del presidente de la Real Federación Española de Futbol, Luis Rubiales, destituyendo a Lopetegui por desleal con la Federación y con la Selección. Todo a pocas horas del inicio del Mundial que este viernes enfrentará a nuestro equipo con el de Portugal. A Rubiales le supo a traición enterarse por el equipo merengue de estas novedades en el último segundo.  

Así pues, Rubiales y Sánchez vivieron una jornada abrumadora que cada cual salvó como pudo. El presidente del Gobierno nombrando de inmediato al experimentado gestor cultural José Guirao, y el presidente de la Federación, situando al director deportivo del equipo, Fernando Hierro, como seleccionador improvisado.  Máxim Huerta y Julen Lopetegui no obraron bien.  Callar las cosas es peligroso porque al final todo se sabe y en ocasiones, el daño es irreparable.