Los romanos, que fueron los que inventaron sobre nociones griegas el derecho y la política, decían aquello de nulla ethyca sine aesthetica. Lo que en “roman paladino” significa “no existe ninguna ética sin estética”. Desconozco si en la conformación del gobierno del Presidente Pedro Sánchez ha pesado sólo su criterio, o el de su equipo. Sea como fuere, y salvo un elemento discordante al que hay que darle por cortesía margen de maniobra, el nuevo ejecutivo ha sido tan impecable, profesional y con reputada experiencia de gestión, que ha cogido a propios y extraños, como el triunfo de la moción de censura, por sorpresa. Muchos de los que están ahora con responsabilidades ministeriales habrían sido del agrado de casi todos los demás partidos, salvo los independentistas que siguen en su bucle, en especial del que se perfilaba como más aventajado para unas hipotéticas elecciones, Ciudadanos. 

La imagen que ha proyectado el nuevo gobierno de Sánchez, con preponderancia y mayoría de mujeres, y además de mujeres valiosas, con formación y experiencia de gestión, y sin necesidad de encomendarse a la Virgen del Rocío ni a ninguna otra, es ya un logro y un mensaje. También lo es que, como apuntaba en mis anteriores artículos, se haya tenido la inteligencia de integrar a propios, y a los que se enfrentaron en las primarias, compañeros al fin y al cabo, y por fin de partido, y necesarios para los retos inminentes. Lo es por añadidura que se haya contado con personas de distintas generaciones, así como con figuras de reconocido prestigio pero no necesariamente afiliadas al partido. Es evidente que, por mucho que se diga, este no parece un ejecutivo para dirigir una transitoriedad de meses hasta unas elecciones, sino con capacidad para agotar la legislatura, aunque sea a golpe de decreto, aprobados ya los presupuestos, y con la posibilidad de prorrogarlos un año más

Se abre ahora un abanico de posibilidades de juegos, entre las que deberán navegar entre monstruos devoradores. La insaciable espiral independentista, que lleva en sí el germen demente de la autodestrucción, no hay más que ver la sangría económica y empresarial que continúa en Cataluña, tiene difíciles encajes. Gestos como levantar el control económico pueden ser interpretados en la épica decimonónica de éstos, como un signo de debilidad, y por los catalanes que no lo son, que aún resultan mayoría, como un abandono. Por supuesto que el diálogo y el acuerdo son necesarios, pero es difícil dialogar con quien monologa. El juego puede acabar siendo, de nuevo, decepcionante, y rimar con el número 155…

La capacidad de los nuevos ministros podría dar para, si es posible consensuar con el resto de los grupos, afrontar reformas necesarias como la constitucional, el pacto por las pensiones y la hucha de la Seguridad Social, las reformas educativas y de Universidades, la modernización de la Justicia, las nuevas reformas de financiación autonómicas, por no hablar de otro sinfín de cuestiones no menores, aunque sí postergadas a perpetuidad: los derechos de autor, la ley del cine, la verdadera protección y no exclusión del mercado laboral de los crónicos seropotivos, por poner algunos ejemplos no triviales. Vivimos la historia, sin quizá ser muy conscientes, con excepciones en nuestro periplo democrático no transitadas hasta ahora. ¿Serán el resto de los grupos capaces de entender esto al margen de sus intereses electorales? No lo creo.

El PP está herido de orgullo y sorpresa ante la caída, y sin ser aún muy conscientes de que es necesario, para ellos y para el país, una verdadera regeneración y refundación. Mariano Rajoy ha sido capaz de afrontar esta cuestión, por fin sin subterfugios, y con generosidad. Ciudadanos anda aún con el pie cambiado y, tal vez, a pesar de sus reticencias, debiera haber apoyado la moción de censura para manifestar que estaba contra la corrupción del PP, más allá de las palabras, cuestión que muchos de sus afiliados y simpatizantes te confiesan en privado a pesar de la opinión de su líder, Albert Rivera. Podemos anda con su rabieta de no haber entrado en el gobierno, en carteras tan sociales como Interior, Justicia, Economía, Hacienda, etcétera, etcétera. Pablo Iglesias y el “pater Monedero” andan poniendo palos en las ruedas, tras aquel abrazo en el Congreso, que todos sabíamos no del oso, sino de la constrictor que ambiciona el sorpasso que no llega.  Confiemos que la proverbial fortuna del Presidente Sánchez y la solvencia de sus ministros, lleguen a buen puerto, porque es suerte para los ciudadanos españoles. Ojalá uno de sus primeros gestos, estando tan cerca ya la conmemoración del Orgullo Gay fuese derogar el acuerdo que firmó apoyando a Rajoy con el infame Putin para que las parejas homoparentales no pudieran adoptar en Rusia. De momento, y aunque mantengo mis diferencias con el presidente, desalojar a un partido condenado por corrupción es ilusionante. También un gobierno moderno y experimentado, con la presencia de personas en las que la palabra igualdad y diversidad, sea una realidad visible en sus carteras, y no sólo en los discursos.