El actual modelo de consumo basado en la economía lineal: fabricar-consumir-usar y tirar; volver a fabricar-consumir-usar y tirar ha muerto. Bienvenidos a la era de la economía circular, un nuevo paradigma basado en la recuperación de los materiales de fabricación para reincorporarlos como materia prima a los procesos industriales

Fabricar-consumir-usar-recuperar. Y con lo recuperado volver a fabricar-consumir-usar-recuperar, y así una y otra vez, sin agotar los recursos naturales, sin dañar el medio ambiente. Un virtuoso circulo sin fin que gira y gira de manera autosuficiente.

Porque en la economía circular los recursos naturales no se agotan: se usan. El yacimiento al que acudimos para obtener la materia prima no está en la naturaleza, sino en el propio ecosistema industrial. Se trata de seguir desarrollando nuestra economía, pero mediante un modelo mucho más equilibrado, sostenible y compatible con el cuidado del medio ambiente.

Un medio ambiente que pasa a convertirse en el principal aliado de las empresas, para crecer de una manera sostenible en lugar de ser un obstáculo normativo a salvar. Por eso es tan importante que las empresas se impliquen en su restauración y cuidado.

No importa el ámbito en el que se desarrolle la actividad ni el sector al que pertenezca: el respeto al medio ambiente es un factor vinculante antes que una obligación a cumplir.

Por ello, las empresas del siglo XXI deben adaptar su sistema de desarrollo al que marcan y exigen los nuevos tiempos y los nuevos consumidores: un sistema que debe estar basado en el respeto al medio ambiente y la corresponsabilidad en el cuidado del planeta.

Uno de los mejores ejemplos es el del ecodiseño. Desde el instante mismo en el que se concibe y se diseña un producto o un servicio, hasta el momento en el que finaliza su vida útil o dejamos de consumirlo, todos estamos llamados a poner de nuestra parte para reducir su impacto ambiental, pues sin ecología no hay economía.

Pero es importante que nosotros nos apliquemos también el cuento y que, además de exigir que las marcas respeten ese nuevo patrón de producción, los ciudadanos colaboremos con el consumo circular de bienes y servicios. Ya sea en el supermercado, en el concesionario de automóviles, en la agencia de viajes o en la inmobiliaria.

Debemos avanzar hacia un consumo basado en el sentido común y la responsabilidad ambiental en el día a día y allí donde lo ejerzamos, ya sea de productos o servicios. No importa el ámbito en el que actuemos: agua o energía, residuos o transporte. Porque sin ecología tampoco habrá consumo, el camino que se inicia con el ecodiseño debe tener continuidad en el ecoconsumo.