Blindar la gestión del agua ante los avatares de la política y excluir el acceso seguro de la población del debate ideológico: ése debería ser el compromiso de todos los partidos a la hora de afrontar los acuerdos en materia de agua, para que nadie pueda hacer demagogia con un derecho humano básico y universal.

Si esta moción de censura se celebrase en plena sequía y con los embalses casi vacíos, si sucediera con media España padeciendo restricciones de agua, su gestión se convertiría en uno de los principales argumentos de debate. 

Sin embargo estamos con los embalses al 72% de su capacidad: 15 puntos por encima del año pasado y muy cerca de superar la media de la década para estas fechas. Ha llovido mucho y bien, por lo que la gestión de ese importante patrimonio que son las reservas hídricas no va a ocupar ni una décima parte del tiempo que hubiera acaparado hace tan solo medio año. 

El riesgo de sufrir un nuevo episodio de sequía, que será más intenso y más largo que el que acabamos de superar, sigue marcado en fluorescente en los últimos informes

Con los embalses llenos, las urgencias por alcanzar un gran pacto sobre el agua parecen haber desaparecido, y ése es el peor de los errores. Porque la amenaza de la sequía sigue ahí, en estado latente, aunque circunstancialmente tengamos los embalses mejor de lo previsto.

El riesgo de sufrir un nuevo episodio de sequía, que será más intenso y más largo que el que acabamos de superar, sigue marcado en fluorescente en los últimos informes que han elaborado los científicos que están estudiando los efectos del cambio climático en España. Por eso los pactos del agua deberían estar presentes en esta nueva ronda de negociaciones que buscan proponer una alternativa de gobierno.

Unos pactos que deben ser planteados desde la voluntad de afrontar con el mayor de los consensos los episodios de sequía que están por venir: compartiendo conocimiento, promoviendo la colaboración a todos los niveles, buscando el consenso, innovando conjuntamente y trabajando en red.

Este es el momento de anticiparnos al riesgo. Los pactos del agua deben convocarse antes de las urgencias, es decir, antes de que la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas vuelvan a poner en riesgo del derecho humano del acceso al agua potable y de saneamiento. Porque la amenaza de sequía sigue activa.

En este tiempo de propuestas políticas deberíamos alcanzar un gran acuerdo que garantice el acceso al agua mediante una gestión eficiente y medioambientalmente responsable, que ponga fuera de toda duda la titularidad pública del recurso, que preserve el derecho universal al agua de todos los ciudadanos y que excluya un tema tan importante del oportunismo y la demagogia.