Se sabe que en Madrid, en la calle Génova 13, se está mucho peor que en la Casa de Tócame Roque. Y fue ese gran periodista y escritor, Benito Pérez Galdós, quien difundió, como pudo siempre, casi todo aquello que no gustaba a los censores. En esa corrala madrileña los propietarios Juan y Roque entraron en disputa por la herencia.

Ya saben: “tócame a mí”, “no, tócame a mí,” y de ahí derivó el dicho que, Don Mariano Rajoy Brey la haya reproducido en su peculiar Casa de Tócame Roque, el pasado fin de semana en Sevilla. Pero el tema catalán y, sobre todo, el vergonzante asunto del master de Cristina Cifuentes, han sepultado el objetivo que se pretendía: recuperar la fe en el PP.

El presidente del Gobierno y del PP sabe que la sociedad no perdonaría la falsedad, en un caso como el de Cristina Cifuentes. Es decir, si la presidenta de la Comunidad de Madrid, delegada del Gobierno anteriormente, hubiera mentido y su título se limitara a la posesión de un papel redactado no se sabe cómo y por quien, que no respondiera a un esfuerzo personal para obtener unos conocimientos, eso sí que sentaría muy mal.

Fiel a sí mismo, Rajoy hace lo que acostumbra, con más intensidad últimamente: cargarle el mochuelo a los jueces y que se apañen; que la Justicia vea lo que pasa. Y la actitud dominante en el PP, fruto sin duda de un meditado argumentario, es apuntar hacia la Universidad Juan Carlos I como causante de todos los males que afligen a la buena estudiante Cristina Cifuentes.

Fiel a sí mismo, Rajoy hace lo que acostumbra, con más intensidad últimamente: cargarle el mochuelo a los jueces y que se apañen

Es decir, parece que se ha vuelto a abrir la puerta para que entren las mentiras. Estamos en tiempos de mentirosos y de falsos; de falsas, también. El presidente del Gobierno Mariano Rajoy Brey se lleva la palma, por cierto, y encima sus palabras suelen ser huecas.

Además, tiene como jefa de los militares a la señora Maria Dolores de Cospedal, que no tuvo inconveniente en sostener que su partido es el de los trabajadores, de la igualdad de las mujeres, “el que ha salvado el Estado del bienestar del rancio sectarismo de la izquierda.” Una sandez, ni más, ni menos.

A esa Casa de Tócame Roque de Mariano Rajoy, en la que no falta de nada, llama a la puerta Ciudadanos empujando como sea para hacerse con la herencia. ”Tócame a mi Mariano”, dice pretencioso Albert Rivera. Y en el PP cunde el pánico y arrecia la desbandada.