Pasito a pasito y, a veces a zancadas groseras, empieza a ser peligroso que el Gobierno del PP resucite tiempos pasados.  Después de siete años de mandato, enseña -cada vez con menos disimulo- su apego a todo lo que se refiere a la dictadura y al dictador.

De este modo, van sacando cabeza aquellos que opinan que lo mejor para su España es anclarse en épocas que deberían estar superadas. Como botón de muestra, las previsiones presupuestarias del Ejecutivo de Rajoy obligan a las víctimas del golpe de Estado de Franco a continuar en las cunetas in secula seculorum al no dedicar, como viene siendo habitual, ni un euro a los supuestos que marca la Ley de Memoria Histórica.

Mientras tanto, el expresidente Felipe González, que debiera haberse mantenido en activo, lanza   algunas andanadas inoportunas. La más reciente, contra Rodríguez Zapatero por su papel en Venezuela; críticas que benefician a la derecha.

Pero este Gobierno sigue empeñado en apoyar el gran insulto a la memoria de las víctimas que supone el Valle de los Caídos. En Cuelgamuros, verdugos y ejecutados yacen en común; mirando para otro lado incluso cuando se incumplen las decisiones judiciales de exhumación.

Tampoco cuestiona la Fundación Francisco Franco, cuya sola denominación conculca preceptos legales. Parece mentira que, a estas alturas de la película, tenga que salir el Partido Socialista exigiendo la ilegalización de una organización que, en un país como Alemania, nunca hubiera existido por sus connotaciones fascistas.

En este recorrido hacia el pasado, se protege a presuntos victimarios ligados a aquel régimen, negando fieramente su extradición y no investigando hechos, como ocurre con el policía conocido como Billy el Niño, de terrible recuerdo por sus torturas. Igual que existe una laxitud insana hacia el cumplimiento legal de cambiar la nomenclatura de las calles que rememoren personas o hechos ligados a aquel periodo negro. Entre ellas, la dedicada al muy franquista y legionario Millan Astray, tras el recurso de una patriótica plataforma fundada en su honor.

Pero qué decir, cuando tres ministros en activo, tres, entre ellos el de Justicia, corearon el himno del Tercio la pasada semana, en la procesión del Cristo de la Buena Muerte, protagonizada por la Legión, que recordó aquellas Semanas Santas de antaño, sin coches, sin cine y con todas las mujeres cubiertas con negros velos.

Presidió aquel asunto otra ministra – la de Defensa-  y estaba también presente el comisario europeo Miguel Arias Cañete, junto a otras autoridades populares y el ínclito Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos en el Congreso. Esto podría ser el anticipo de un futuro en el que unos y otros harían girones el artículo de la Constitución que refiere un Estado laico y aconfesional.

Tenga usted cuidadito, don Mariano, que a este paso –igual que hicieron con otro al que toda esta pandilla invoca-  cualquier día le sacan a pasear bajo palio. Aunque a lo mejor es lo que está usted deseando.