El círculo Fortuny, asociación de empresas e industrias de alta gama españolas, ha pedido a la RAE que busque una nueva definición para la palabra "lujo", ya que la actual les parece negativa a sus señores miembros. La petición la ha hecho su portavoz, don Carlos Falcó y Fernández de Córdoba, que tiene el sencillo título nobiliario de marqués de Griñón. Para el señor marqués la vigente definición: "demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo. Abundancia de cosas no necesarias. Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo", no se ajusta a lo que su ilustrísima entiende por lujo. Para don Carlos Falcó y Fernández de Córdoba esta acepción da a entender que se trata de "algo reservado a los ricos y que, de alguna manera, es ocioso y no sirve para nada".

Nada más lejos de mi intención que molestar al señor marqués, pero se me ocurre que si lujo no significa lo que significa, habrá que buscar no sólo una nueva definición para tan rica palabra, sino una nueva palabra para nombrar lo que antes definía ésta. Y a mí eso, con la que está cayendo, se me antoja, con perdón, un lujo. 

Don Carlos Falcó y Fernández de Córdoba ha querido ilustrarnos con un ejemplo al alcance de plebeyos que, como yo, no estamos duchos en el uso de tan exquisito término.  Llevaba su ilustrísima mucho tiempo sin ver a su hija Xandra (con x, no con s), cuando por fin encontráronse un día soleado del pasado mes de diciembre.  "Le cociné con el primer aceite de mi cosecha delante de casa una tortilla de patatas. Esto es un lujo y hay que mantener esta definición". Con el debido respeto debo decirle, señor marqués, que no sólo hay que mantener la definición, sino la finca donde ha cosechado el aceite, y la casa frente a la que ha hecho la tortilla, y eso, para la inmensa mayoría de quienes habitan este país, es un lujo, añadiría, malayo. 

Pero miren ustedes por donde, el lujo de pedirle a la RAE que busque una nueva definición, puede ser el remedio para muchos de los males que nos aquejan en estos tiempos turbulentos. En vez de tanta manifestación y tanta pancarta al aire, pidamos a la solícita RAE que busque definiciones más positivas para palabras como paro o desahucio y vayámonos todos juntos a celebrarlo con una enorme tortilla de patatas cocinada con el aceite de oliva virgen extra de primera extracción en frío de nuestras mejores tierras.